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Frente a años anteriores en los que se pecó por exceso o se pinchó por defecto y falta de garantías, julio, el mes musical por excelencia en la Comunitat Valenciana, trae este año una oferta moderada y, en cierto sentido, equilibrada. Hay una pincelada para cada perfil de espectador y el jazz vuelve a ser uno de los grandes protagonistas. Bien es cierto que todo es gracias a los promotores privados que son quienes al final se la van a jugar. Las instituciones, sin necesidad de tener que cerrar el grifo, no pueden aportar más que las pocas gotas que les caen por el mismo, esto es, las infraestructuras.

Julio se ha consolidado como el mes del jazz gracias a tres festival que continúan creciendo sin molestarse y capaces de repartirse o intercambiar públicos. También es cierto que, seguramente, es un género accesible al bolsillo de cualquier programador frente a las desorbitadas cantidades que hasta ahora pedían supuestas estrellas del pop y del rock cuyos caches alcanzaron el nirvana gracias al bolsillo generoso de los ayuntamientos y a su incapacidad de gestión.

Si el Festival del Palau de la Música apuesta este año por las voces —Natalie Cole y Melody Gardnot son sus referentes junto a la leyenda de Dr. John o el presente de Redman o Avishai Cohen— el de Torrent juega con lo próximo. Aunque eso sí, con Carles Santos metido en la experiencia de l improvisación y Gonzalo Rubalcaba poniendo la otra cara del jazz al piano: el de influencia cubana.

Peñíscola es una plaza en verdadera progresión. Hancock, Marcus Miller o Madeleine Peyrox así lo confirman.

La Feria de Julio aporta un poco de cada cosa y para cada casa. No se repetirán públicos porque frente al tirón de Bisbal estarán los de Serrat o Paco de Lucía y la fidelidad a The Cult. Todos tienen su tirón.

La sorpresa la da este año el FIB que, en nuevas manos, parece que no consigue despegar en cuanto a la venta de abonos. Para muchos, la clave está en el cartel al que, probablemente, le falten referencias de peso y que a última hora ha salvado Gorillaz. La esperanza se encuentra en un nuevo festival, el Arena Sound que combina nombres clásicos venidos a menos, pero solventes, junto a referencias nacionales y sobre todo mucho DJ.

Aunque para los melómanos siempre quedan las Serenates al Claustre de la Nau. Un seguro.

Las grandes giras se quedan en casa

El negocio de la música atraviesa, como todo, un cambio estructural. Los festival están tomando el relevo a las grandes giras. De hecho, el ejemplo del último Rock in Río demuestra que cualquier dinosaurio capaz de llenar un estadio por sí mismo prefiere ahora subirse al carro de un festival a fin de ahorrar costes de producción y, por si acaso, no estrellarse. Así será el futuro más inmediato. Festivales en los que quepan hasta las grandes estrellas—Springsteen ya lo hizo con el Pink— y grandes giras mundiales en solitario para sólo unos pocos, caso de U2 o AC/DC. Y el futuro más lejano es moderado y en recintos de medio aforo. Pero poco más. Valencia, de momento, continúa fuera del circuito y además, sin un local con condiciones ni para la segunda opción. j.r.s. valencia