Carles Cortés (Alcoi, 1968) ha recogido frutos literarios en 2010 en forma de premios. El mismo día de junio en que presentaba Sara, la dona sense atributs (la obra ganadora del premio de novela erótica La Vall d'Albaida) recibía la noticia de que había obtenido el Ciutat d'Alcoi de teatro por el texto de La joia. Lógico, por tanto, que el autor, que ejerce de profesor de literatura en la Universidad de Alicante, sea un defensor de los premios: "Sin ellos posiblemente no hubiera podido comenzar a publicar". "Son necesarias para abrir nuevas voces -añade-, porque en esta etapa de crisis las editoriales han recortado mucho las publicaciones".

Pero no todo es negativo en las recesiones. "Resitúan un poco el mercado -afirma-, porque puede ser que en las últimas décadas, incluso en la literatura catalana, ha habido exceso de publicación".

Cortés se explica, en entrevista con Levante-EMV: "Nos tuvimos que reinventar nuestra literatura en los años 70 y 80. Eso hizo que al final de los 80 y principios de los 90 hubiera un exceso de publicaciones. Conseguimos que las novedades durarán quince días en las librerías. Este ha de ser el principal caballo de batalla de autores y lectores: no puede ser que una novela tenga 15 días de vida en las estanterías".

No obstante, los índices de lectura en valenciano no repuntan año tras año, e incluso han bajado en los últimos tiempos. "Hemos conseguido en pocas décadas recuperar un sueño casi perdido, pero es cierto que aún nos queda dar un salto y pasar de hacer lectores de escuela a hacer lectores adultos", reflexiona el autor de Marta dibuixa ponts y Els silencis de Maria.

Para Carles Cortés, la solución sólo puede pasar por la implicación de las instituciones. Lo tiene claro: hace falta una "discriminación positiva" de la lengua y la lectura. El valenciano está "en una situación de estancamiento, que es a la que muchos políticos les interesa. Hay que dar un paso adelante". "Soy especialmente crítico" en este asunto, sentencia: "Las instituciones públicas y los responsables políticos llevan ocho o doce años dormidos sin hacer políticas culturales concretas que consigan una promoción de los autores, que los puedas ver en la televisión, que haya una red de centros de lectura. Son actividades pequeñas de poco rédito electoral, pero son fundamentales".

¿Toda la culpa es del gobierno? "En un porcentaje muy importante, sí". Pero "de los gobiernos -matiza-: Generalitat, ayuntamientos, diputaciones. Falta potenciación y revalorización social del hecho de la lectura, y lo mismo podría decirse del teatro o el cine".

Cortés está contento de no vivir de la literatura. "Los escritores que dicen que viven de la literatura mienten -afirma tajante-. Viven de lo que hay alrededor: artículos, mesas redondas, conferencias, participaciones en medios de comunicación". En su caso, dedicarse a la docencia le da independencia y, sobre todo, dice, le evita el sometimiento a los ritmos editoriales, porque "cuando un escritor intenta profesionalizarse es víctima de esa decisión y pierde la libertad y la cronología".

El autor cree que las fronteras literarias con Cataluña y Baleares son más comerciales que culturales. "Cuando Joan Francesc Mira, Isabel-Clara Simó o Ferran Torrent publican en editoriales catalanas sí que encuentras sus libros fácilmente en Barcelona. Así que no pesa que el escritor sea valenciano, sino la editorial en la que publicas", asevera.

Un crítico con la AVL que pide aprovecharla

¿Pro Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) o contrario? "Crítico con la AVL -responde Carles Cortés-. No hacía falta, pero una vez que está creada hay que aprovecharla". Sobre los académicos, opina que "algunos están trabajando mucho y bien, otros no tanto".

No tiene la tentación de pasarse al castellano, porque "un escritor ha de ser fiel a sus principios y su lengua materna, que es la que más controla. Los autores valencianos somos bilingües, pero es un bilingüismo falso, los sentimientos y sueños son en nuestra lengua". Con "Sara, la dona sense atributs", reivindica el erotismo como elemento de comunicación: "Ha sido despreciado muchas veces como subgénero y hay que reivindicarlo, porque está en el día a día". a. g. valencia