Fascismo, homosexualidad encubierta, machismoÉ Muchos son los mitos y etiquetas que han acompañado a Roberto Alcázar y Pedrín, el nombre popular del histórico cómic que acompañó toda una época de España, pues su publicación se extendió desde 1940 (1939, según algunos expertos) hasta 1976, al poco de estrenarse la democracia. La historieta, que al principio se llamaba Roberto Alcázar. El intrépido aventurero español, fue uno de los grandes éxitos de Editorial Valenciana, la factoría de tebeos de la familia Puerto que tenía su sede histórica en la calle Calixto III de Valencia y que parió otros títulos clásicos de la época, como El guerrero del antifaz.

Treinta y cinco años después de su desaparición, el popular cómic ha vuelto para los nostálgicos, en una reedición en coleccionables semanales realizada por Planeta DeAgostini. Aunque los aficionados acogieron al principio con ciertas dudas el proyecto, pues la continuidad de estas publicaciones por entregas depende de la acogida que reciban, ya están en la calle más de 25 volúmenes, que son casi la mitad del total que la editorial tiene previsto publicar.

La peculiaridad de este lanzamiento ha sido el coloreado de los dibujos originales, firmados desde el principio por el valenciano Eduardo Vañó, cuñado además del propietario de Editorial Valenciana.

Estas reediciones de cómics clásicos son siempre complejas, explica un portavoz de Planeta DeAgostini, de quien partió la iniciativa después de experiencias similares con Capitán Trueno -otro tebeo legendario- o Jabato. "En los últimos años hemos iniciado una línea de recuperación de cómics españoles antiguos" y Roberto Alcázar "era una colección de referencia casi obligada", relata. La editorial rechaza hablar de cifras y se limita a confirmar que alcanzó un acuerdo con los propietarios de los derechos. "Querían hacerlo bien y se pusieron de acuerdo con los descendientes de Editorial Valenciana", detalla Eduardo Vañó Ibarra, hijo del primer dibujante y quien también participó durante años en la ilustración de las historias junto a su hermano Vicente.

Los herederos de Vañó han podido acceder a una parte del pastel gracias a los derechos de dibujante, una cantidad no para hacerse rico, confiesa Eduardo a Levante-EMV, pero que tampoco ha sido lo más importante. "Estoy contento de que el principal trabajo de mi padre se difunda".

Algunos aficionados han criticado el coloreado de las viñetas, pero Vañó Ibarra alega que algunos números "pueden estar un poco oscuros, pero es al gusto de la editorial".

El especialista valenciano en cómics Francisco Tadeo Juan comparte el lado positivo que es dar a conocer Roberto Alcázar, aunque es más crítico con la factura final: "El color se ha hecho de cualquier manera".

El experto, que defiende la teoría de que Roberto Alcázar empezó en 1939 y su verdadero primer autor fue Alfonso Arizmendi, rechaza las tesis sobre el supuesto falangismo de la obra. "Hay que situarse en la época. Puerto [el responsable de Editorial Valenciana] trataba de nadar y guardar la ropa, de no molestar a los poderes, en especial la Iglesia", señala Tadeo Juan. "Roberto Alcázar no tiene amoríos, es verdad, pero se puede escribir una gran obra sin entrar en asuntos sexuales. Era un Quijote, un aventurero que se iba fuera para no entrar contra nadie en España, un Indiana Jones sin ir contra los nazis, por supuesto". La ingenuidad, añade, era la de la época, "casi el siglo XIX", ironiza.

El especialista subraya asimismo el trabajo de Vañó, cuestionado por algunos por exceso de precipitación en los trazos. "Era maestro de dibujo -recuerda-, pero tenía que trabajar a destajo para comer, como muchos entonces. El dibujo no desmerece y fue mejorando con el tiempo, cuando fue tranquilizando su mano".

El proyecto de Planeta DeAgostini incluye 56 volúmenes, con seis títulos por cada uno, así que no recogerá los más de 1.200 cuadernos del cómic que llegó a sacar a la calle Editorial Valenciana durante más de 35 años.

El cómic más longevo

Roberto Alcázar fue el primer gran éxito comercial de Editorial Valenciana, la firma de Juan Bautista Puerto, quien firmó algunos de los primeros guiones, tarea en la que también colaborarían otros autores, como Federico Amorós. El dibujo fue siempre obra de Eduardo Vañó, cuñado de Puerto. Con el tiempo, y ante la exigencia de entrega de una historieta cada semana, formaría un equipo con sus hijos Eduardo y Vicente y algún otro ilustrador. La longevidad de Roberto Alcázar es uno de los rasgos más sorprendentes de este cómic, ya que resistió desde 1940 (el investigador Vicent Sanchis constató en un estudio que no tuvo permiso formal hasta 1941) hasta 1976, reuniendo 1.219 cuadernos. Edival realizó una reedición en los primeros años 80 y hubo otra parcial en los noventa.