Cada proyecto tiene sus características, pero las ampliaciones del Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V y del Museo Nacional de Cerámica González Martí tienen sugerentes paralelismos. Ambos centros son de titularidad estatal, ambos proyectos están encallados desde hace años y en ambos casos juega un papel especial en la sombra el Ayuntamiento de Valencia, encargado de los necesarios permisos. Si en el asunto del San Pío V el problema -además del económico- reside en la permuta de unos solares, en lo que toca a la institución con sede en el palacio del Marqués de Dos Aguas el plan de intervención se encuentra bloqueado desde hace cuatro años en dependencias municipales sin que terminen de quedar claros los motivos.

Como es habitual en estas situaciones entre gobiernos de distintos color político, uno y otro se pasan la pelota.

La crisis y los recortes en las administraciones públicas han terminado por resolver el conflicto. Tras años de incluir partidas destinadas a la ampliación-más de 600.000 euros en 2010-, el Ministerio de Cultura optó este año por reducirla a la mínima expresión y, según ha podido saber este diario, no hay visos de que los importes se recuperen en las cuentas de 2012. El razonamiento es lógico: llegado el momento de apretarse el cinturón los primeros proyectos en caerse de la lista son los que no han empezado. Si además están envueltos en embrollos administrativos, más motivo para devolverlos al cajón.

Es el resultado de la lentitud que ha acompañado a esta intervención, que como proyecto de trabajo se remonta a 2002, pero que no tuvo una plasmación sobre el papel hasta 2007, cuando el ministerio presentó el plan especial para la ampliación al consistorio de la ciudad. Pasaron dos años sin respuesta municipal y, al aparecer la noticia en los medios de comunicación, el ayuntamiento solicitó a Madrid que confirmara la petición del permiso para la intervención. Según el Gobierno, así se hizo de nuevo hace ahora algo más de un año, pero todo continúa igual: en silencio, pero ahora además sin dinero.

El proyecto supone intervenir en el bloque construido a principios de los 70 anexo al palacio. Se trata de ganar 700 m2 por cada planta -ahora desaprovechadas- además de un subterráneo.

Al margen queda la iniciativa de comprar la casona contigua, cuyo precio no convence.