Los jurados de los Premis València 2011 de la Institució Alfons el Magnànim, dependiente de la Diputación de Valencia, dieron a conocer ayer las obras ganadoras: El quadern de les vides perdudes, de Silvestre Vilaplana, en narrativa en valenciano; Gàrgola, de Dolors Miquel, poesía en valenciano, y Tempero, de Fermín Herrero, en poesía en castellano.

Alrededor de 205 obras se han disputado los galardones en las tres modalidades convocadas este año (el de narrativa en valenciano alterna cada año con el de español). Los portavoces de los jurados destacaron ayer la calidad de las obras presentadas. Ello, a pesar de que, como publicó Levante-EMV, ha sido un año en el que se han recibido menos textos que en los últimos años, tanto en novela como en poesía.

El quadern de les vides perdudes fue elegida por el jurado "por unanimidad". Esta modalidad está premiada con 30.000 euros y con la edición por Bromera. El portavoz del jurado, Àngel Calpe, señaló que es "una novela psicológica y de intriga que atrapa desde la primera página con un protagonista que padece una progresiva degradación física y mental envuelto en una serie de crímenes". La técnica narrativa empleada por Vilaplana es "moderna y original". "Estamos convencidos de que la obra impactará", agregó.

Silvestre Vilaplana (Alcoi, 1969) es licenciado en Filologia Catalana y en la actualidad ejerce la docencia en el Instituto La Foia de Ibi. Es autor de novelas como Les cendres del cavaller (premio Ciutat d'Alzira 2003), que narra la biografía de Joanot Martorell, y L'estany de foc (premio Blai Bellver en los Ciutat de Xàtiva).

La obra de Dolors Miquel también fue elegida por unanimidad, al ser "una obra redonda, desde el primer poema, sin altibajos". La portavoz del jurado de poesía en valenciano, Àngels Gregori, destacó que Gàrgola es un libro "conmovedor, onírico, mágico, lírico en el que la autora celebra la fiesta de los recuerdos de infancia".

Dolors Miquel (Lleida) vive en Torredembarra. Después de alguna inclusión juvenil su aparición en la escena literaria se produce en la segunda mitad de los años 90.

Por su parte, Jesús Munárriz destacó del libro de Fermín Herrero "la limpidez y frescura de su visión y su lenguaje, centrados en el paisaje castellano, trascendiéndolo y reflexionando sobre la condición humana". "Tempero es muy castellano, como su autor, Fermín Herrero, originario de Soria; en él recupera palabras en desuso propias del campo castellano, ofreciendo un lenguaje cuidado y lleno de resonancias", dijo.