La Fortaleza de la Mota es un castillo de origen árabe que fue "llave, guarda e defendimiento de los reinos de Castilla y León". Ubicado en las montañas que rodean Alcalá la Real, hoy permite la panorámica más completa de la Sierra Sur de Jaén. Por eso fue el lugar elegido por Almudena Grandes para presentar ayer su nueva novela, El lector de Julio Verne (Tusquets), la segunda de esa aventura galdosiana de seis pasos que ha bautizado como Episodios de una Guerra Interminable, y con la que pretende poner luz sobre hechos poco conocidos de la posguerra.

Si en la primera de la serie, Inés y la alegría, el escenario era el Valle de Arán y el eje, la invasión de una unidad de resistentes republicanos en 1944, en la nueva, Grandes traslada su mirada a la Sierra Sur de Jaén ("la provincia con más guerrilleros de España por su orografía y una gran desconocida") y al año 1948. El lector de Julio Verne es así "la crónica de quizás la época más terrible en tiempos de paz en España", dijo ayer. Es el "trienio del terror", cuando acabada la Guerra Mundial y pasado el temor de una intervención aliada, la dictadura se propone "acabar con la guerrilla por el procedimiento más salvaje" e inicia una represión "feroz" contra "los de abajo", las mujeres, amigos y enlaces de los maquis.

Además de ser la primera novela de la autora de El corazón helado sin ningún episodio en Madrid, El lector de Julio Verne es también su obra en la que más sondea en el interior de quienes estaban en el lado de los vencedores, aunque esa adscripción sea solo por circunstancias de tiempo o lugar. Es lo que le sucede a la familia del protagonista, Nino, un niño de diez años hijo de un guardia civil destinado en la casa cuartel de un pueblo, Fuensanta de Martos, tan incrustado en la sierra que "solo hace falta abrir la ventana para echarse al monte".

Este niño "dividido", admirador de los guerrilleros y que duerme con la guardia civil, es el elemento para que Grandes plantee su convicción de que "los personajes malvados han de tener luces", porque "nadie es absolutamente malo" y la maldad "está soportada a veces por personas que no la asumen". La conclusión es que el terror es "una espiral que recorre el país de arriba a abajo" durante la represión, afectando a los de un lado y a los de otro.

Los libros son, desde el título, otra pieza clave en la novela, al ser el instrumento de salvación de Nino. Verne, Stevenson y una biblioteca clandestina que recuerda a la que Cervantes salvó de las llamas sirven a la autora para mostrarlos como objetos que "ayudan a apreciar la libertad, la verdad, la paz y las cualidades más elevadas de la vida".

Aunque parezca imposible, Grandes pasó de puntillas ayer por la memoria histórica. Tal vez por quitarse el estigma, el sambenito.