Ya que en la actualidad nos tenemos que conformar con un teatro mayoritariamente superficial, incluso en las salas públicas, mejor que sea con comedias escritas con oficio, como la presente. Su autor, el británico Jaidy Kanesh, cuenta ya con varias obras que han obtenido resonancia, como Un matrimonio y médium, y la presente. La primera ya fue representada por Ornitorincs, por lo que la compañía valenciana repite autor con este otro título.

Un título que tiene como eje el hipnotismo, un artificio que con tanta gracia utilizara Woody Allen en La maldición del escorpión de jade. Si allí se trataba de homenajear el cine detectivesco, en la presente adquiere otros aires, contaminados por la comedia de corte clásico, a modo de La fiera de mi niña no intento comparar con el filme de Howard Hawks, sino simplemente buscar un estilo, es decir, una frenética verborrea y la acción sigue un ritmo disparatado. También hay flashes de la comedia de los sesenta, como las escenas musicales o la de la persecución de los coches.

Un material que el director Jaime Pujol ha conducido con algo más que eficacia, resolviendo con pericia la dificultad de alguna escena, el ritmo y, sobre todo, dejando vía libre a la comicidad del texto con algún disparatado efecto. El elenco se adapta bien a este lenguaje. Josep M. Casany, muy bien: vuelve a demostrar su talento y elegancia escénica. Aunque quisiera llamar la atención de Toni Misó, en su multiplicación de personajes siempre mantiene la matización justa. Genial en la primera escena musical. Diego Braguinsky muestra también una notable compostura, aunque al proponer un trazo más grueso, a veces pierde efectividad. Y Noèlia Pérez está maravillosa en los números musicales (un aliciente más del montaje), pero en el aspecto actoral debiera, creo, buscar más recursos; por ejemplo, su entonación en ocasiones queda repetitiva. En fin, un buen producto comercial (cartel incluido), bien servido y con una buena dosis de risas, intriga e hipnotismo.