Más de quince años han transcurrido desde que la última obra de Rafael Canogar se pudo contemplar en Valencia. Ahora será por partida doble. En primer lugar en el IVAM donde ayer inauguraba una muestra retrospectiva de su producción abstracta. La otra, en Galería Punto en la que a final de mes colgará su obra más reciente.

Ración doble de este artista que fue fundador junto a Feito, Saura, Miralles o Serrano, entre otros, del Grupo El Paso, sin duda, una de las formaciones renovadoras del arte contemporáneo español e introductores del informalismo y la abstracción junto a Dau al Set.

«La pintura es un rincón en la naturaleza pero visto a través de un temperamento», afirmaba ayer Canogar recordando la actitud ante el arte que tuvo El Paso, simbolizado en la idea de crear sin imaginar que la obra sería un día cumbre e incluso producto de mercado, o que en pleno franquismo el Régimen los enviaría a la Bienal de Venecia en representación del arte español cuando aún se les consideraba autores de "arte degenerado". Pero de allí, a la eternidad.

Canogar, a sus 76 años, continúa creando con esa actitud innovadora de abrir puertas cuando las otras se cierran para seguir haciéndose preguntas, admite, y al mismo tiempo no quedarse en blanco. Esa actitud ante el arte, por ejemplo, se ve en sus primeras obras realizadas de forma directa con las manos sobre el lienzo como una reacción de action painting, pero también en las últimas la muestra abarca desde 1957 hasta 2013 donde se descubre una síntesis del color, la eliminación de lo innecesario, o las intermedias, mucho más constructivistas. Pero también esa evolución hacia el formalismo que, como explica, se la dio su maestro Daniel Vázquez Díaz, referencia para los pintores renovadores de mediados de siglo XX.

La exposición, además, tiene una singularidad. Y no sólo porque ha sido comisariada por el propio Canogar sino debido a que casi la treintena de piezas de gran formato expuestas son de su propiedad y las ha ido comprando en subastas. Confiesa que las mira sin nostalgia y que ahora se siente más radical, aunque la búsqueda sea la misma: alcanzar la expresividad y el perfeccionismo.