Las fallas han cambiado, sí. Tanto que hoy Ricardo Rubert (Burjassot,1923-Granada, 1991) no se hubiera tenido que ir de Valencia, después de ejercer de artista fallero entre 1948 y 1965. Tras una etapa de acatamiento de los convencionalismos estéticos neobarrocos, consideró que el ciclo naturalista estaba obsoleto y se refugió en la innovación, lo que parece que no gustó en los ambientes de hace medio siglo. «Así crea las fallas desintegradas. Son catafalcos de gran sentido arquitectónico, cuya estructura central puramente decorativa potencia el volumen de formas puras y geométricas en las que el vacío cobra gran importancia, de modo que los remates se abren en su interior para acoger diferentes escenas». Lo leo en ricardorubert.com, página que sus hijos le dedican en internet, a la que os invito a acceder para que conozcáis cuánto hizo este hombre en las fallas hasta que, a los 42 de edad, prefirió el camino del exilio voluntario.

Y digo que hoy no se hubiera dado la fuga del cerebro Rubert porque, de hecho, las fallas innovadoras cuentan con su territorio en el conjunto monumental de las fiestas josefinas. Desde mi punto de vista, tal vez lo más interesante lo ha venido aportando Alfredo Ruíz Ferrer, con sus trabajos plantados en las proximidades de las Torres de Quart, zona fallera innovadora por lo que se aprecia: en plaza Santa Úrsula, Espartero, Beneficencia? ¿Puede un paralelepípedo recto monocolor, en el que se pueden leer tres palabras (concepte, percepte, afecte?), ser una falla? Lo fue hace un par de años en Guillem de Castro-Corona. ¿Y puede ser una obra de arte? Dadas sus dimensiones (14x1x1 metros, posición horizontal) más de un espectador avisado hubiera pensado en Claes Oldenburg, escultor sueco pionero del Pop-Art.

Alfredo es de mi edad. Nos iniciamos en el universo fallero con los Hermanos Ferrer, también de nuestro barrio. Pero uno era un inquieto creador y el otro, un simple diletante que se le fue la fuerza por el camino de la escritura. No recordamos habernos tratado en la infancia, pero cuando hablamos nos referimos al mismo paisaje y a idéntico paisanaje. Lo cito porque parece ser que ya se ha jubilado; podría facilitar una buena lista de los que, en activo, buscan formas inéditas para las fallas. Otro caso es el de José Manuel Alares, que se ha cortado la coleta con 120 producciones infantiles en las que los animales solían ser sus protagonistas, algo lógico en un autor amante de los bichos, sobre todo de los pajaritos.

Hasta el humor, gracias a Ortifus, algo ha cambiado en el universo fallero desde que lo abandoné hace tiempo, fatigado de que siempre fuera lo mismo. Mi vuelta ha sido muy satisfactoria, pues he descubierto un perfil que antes no existía y que creo beneficia a la fiesta.