El artista valenciano Manuel Silvestre Montesinos, más conocido como Silvestre de Edeta ha fallecido a los 104 años. El profesor, escultor y dibujante, nacido en Llíria en el 31 de agosto de 1909, murió anoche y permanecerá en el Tanatorio de Llíria hasta las 21 horas de hoy. El entierro se celebrará mañana.

De Edeta, decano de los artistas valencianos, se inició muy joven en el taller de mármoles artísticos de un tío suyo. Allí, joven aún, entre duras piedras selectas. También practicó el dibujo en la Escuela del Gremio de Maestros Carpinteros. Años más tarde estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. En 1956, comenzó una labor docente que dejó una huella imborrable en los discípulos que tuvieron la suerte de estar bajo su tutela.

El escultor edetano era un gran venerador del cuerpo femenino. Tenía predilección por las figuras de la mujer joven, de la madre y por escenas agrícolas cotidianas, con el campesino agricultor como protagonista. Suya es una de las esculturas más conocidas de la ciudad: la fuente de la plaza de la Virgen. Ha mantenido su actividad artística constante hasta prácticamente el día de su fallecimiento.

En una entrevista que concedió a Levante-EMV el pasado febrero, desgranaba su biografía. "Nací en Llíria, en el seno de una familia de labradores con propiedades. Cuando tenía 18 años tuve un accidente con el carro, me quedé postrado en la cama y me dediqué a dibujar. Un tío mío, que tenía un taller en Valencia, vio lo que hacía y me dijo 'Manolo, ¿te gustaría venir a trabajar con nosotros?' No sé qué hubiera sido de mí si aquel accidente no hubiera ocurrido, pero desde entonces sólo me he dedicado al cultivo de las bellas artes hasta llegar a ser catedrático, cuando aquello era un privilegio. Me he entregado a esto toda mi vida con pasión, y por eso siempre he sido feliz".

En su relata, obviaba los momentos duros, como los tres años que pasó en la cárcel tras la Guerra Civil. Y repetía en multitud de ocasiones que su vida había sido feliz, gracias sobre todo a la escultura, y ya sólo esperaba "salir de ella en estado horizontal. Lo último que he aprendido es que de esta vida no nos llevamos nada", apostilló.