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Crítica

Regresos bienvenidos

Trece años después de su debut con la OV en el Palau volvió el alemán Stefan Dohr (Münster, 1965), desde 1993 y aún solista de trompa de la Filarmónica de Berlín

Obras de Wagner, Glière y Schumann

Palau de la Música (valencia)

Stefan Dohr (trompa) y Orquestra de València.

Directora: Nathalie Stutzmann.

Trece años después de su debut con la OV en el Palau volvió el alemán Stefan Dohr (Münster, 1965), desde 1993 y aún solista de trompa de la Filarmónica de Berlín. Tras admirarla varias veces como contralto desde el cambio de siglo, a la francesa Nathalie Stutzmann (Suresnes, 1965), también hemos tenido que agradecerle recientemente su trabajo como directora de la misma orquesta. Regresos ambos muy bienvenidos, no defraudaron las expectativas.

Stutzmann puso y mantuvo en primer plano la componente de solemne exaltación ceremonial en realidad ineludible en el preludio de Los maestros cantores. Salvo, y aun entonces levemente, en la última reaparición del tema del estandarte que lleva a la coda, los ricos contrapuntos llegaron sin embargo con una muy considerable nitidez.

El Concierto de Glière es obra con por supuesto mucho menos encanto que el Concierto para violín de Chaikovski que toma como modelo pero cuyo florido romanticismo provee argumentos de sobra para valorar la condición de un solista. En Leningrado la estrenó en 1951 su dedicatario Polekh; en la Iturbi, en 1997 el setabense Juan Ramón Gassó. Con éste sentado entre los acompañantes, tras una primera frase un tanto titubeante Dohr la defendió con un timbre sin aquel punto de acidez que le recordábamos sino extraordinariamente rico en ese y en el respecto dinámico. Relegada casi en exclusiva a la cadencia del primer movimiento la posibilidad de acompañar la de musicalidad con una gran exhibición técnica, ésta se produjo en el Appel interstellaire, de Des canyons aux étoiles de Olivier Messiaen, ofrecido como propina.

Con Dohr ahora ocupando una localidad en el anfiteatro, la sección de trompas de la orquesta destacó en una versión de la Renana en cuyo conjunto, frente a rémoras menores como algunas retenciones exageradas y detalles como la falta de relieve de las cuerdas graves en el final del movimiento lento, el trazo único con que se pasó por los extremos, el apoteósico final del segundo y la majestuosidad del cuarto resultaron sumamente satisfactorias.

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