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Sin compasión

No he conocido escritor más discreto y alérgico a los focos que Chirbes. No confundir con arisco o huraño, como podía parecer desde la distancia. Lo conocí desde esos prejuicios, pero un par de horas de conversación „qué lujo en el periodismo veloz de hoy„ los desmontó. Fue por la aparición de En la orilla y gracias a la mediación de Alfons Cervera. Declinó el aquí-te-pillo-aquí-te-mato telefónico y quedamos unos días después, una tarde de primavera en la que tenía que acudir a Valencia para presentar la novela en la librería Ramon Llull.

Nos vimos dos horas antes en la cafetería de un hotel cercano. Grabadora, un café y una copa en la mesa. Y un tipo sin pretensiones, directo y que intentaba huir de cualquier forma de retórica. Como la que le repateaba el estómago en la narrativa española, la que la había dominado desde los sesenta, la que acaricia al lector en la dirección del pelo, como se hace a los gatos, lamentaba. Ese apego a sí mismo, esa lucha por esquivar las obligaciones del puesto de escritor de referencia, eran motivo para su comentado alejamiento en el campo de Beniarbeig. Chirbes no quería llevar la etiqueta de escritor de culto al entrar en el bar del pueblo, aunque en esa reclusión voluntaria tenían también algo que ver sus condiciones de salud. Nos despedimos dos horas después, en la puerta de la librería. A partir de ese momento mantuvimos contacto telefónico y por correo electrónico, le sugerí colaborar en algún reportaje literario, su respuesta siempre era un no cortés y motivado: quería evitar la sobreexposición y, en el momento que se dejaba ver en algún acto público o en titulares, consideraba que le convenía un tiempo de cuarentena pública. Decía que sus libros son una indagación en la grieta que le separa (separaba) del código reinante, una forma de gritar a una sociedad egoísta y voraz «no me vais a comer mientras me quede la palabra». Y así se ha ido, rápido y en silencio, sin concesiones a la compasión, como su prosa contundente, consciente de que nadie se libra de oler a perro muerto.

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