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Entrevista | Xavi Castillo

"Hemos recibido más insultos desde las elecciones, hay gente que está rabiosa"

Actuó en el Teatro Romano de Sagunt ante 1.100 espectadores, «un espacio recuperado» para quien ha sido tantas veces censurado

Xavi Castillo posa en su local de Picanya, entre disfraces y atrezzo. josé aleixandre

Sus parodias corrosivas le han granjeado enemigos, sobre todo en el PP, al tiempo que lo han convertido en un referente de la contracultura valenciana. Los Veriueu-ho y las imitaciones de Rita Barberá, Alfonso Rus o el Papa hicieron que su figura se impusiese a la censura que padecía con Pot de Plom en teatros públicos. Pero soplan nuevos vientos: en verano ha actuado en Les Arts y Sagunt a Escena. En su local de Picanya prepara estos días, inquieto como un electrón, una temporada sin tiempo para el descanso.

¿Qué pensó cuando les llamaron para actuar en el Teatro Romano?

Nos llamaron porque el ayuntamiento se planteó ampliar la programación con actuaciones de corte más popular. Entramos nosotros, Pau Alabajos... Nos pareció bien. Luego recibimos algunas críticas. Un hombre dejó en Facebook una carta larguísima criticando a los organizadores del festival porque nosotros no teníamos calidad suficiente para ir a un espacio tan emblemático. Nosotros aprovechamos para añadir un sketch de Shakespeare, de Julio César y así hicimos la broma. Aquello estaba petao: 1.100 personas viéndonos.

¿Las críticas eran por motivos artísticos o políticos?

Son rabietas. Lo que hemos constatado es que había una crispación en el ambiente pre y postelectoral por parte de la gente más de derechas. Están rabiosos y eso se ha visto en sus declaraciones. Nosotros hemos padecido más insultos recientemente, desde el cambio.

¿Les estaban esperando?

Es por el ambiente que han creado algunos políticos. El tema del catalanismo, por ejemplo: que si la Senyera no va a entrar no sé dónde. Me acuerdo de cuando Verónica Marcos dijo que los catalanes nos querían robar la paella, las fallas y la dama d´Elx...

Le dan el trabajo hecho.

Nosotros creamos entonces a la fallera anticatalanista, a lo Braveheart. Eso es muy divertido, pero igual que escuchar las animaladas de Carolina Punset.

Desde que ha dejado a Rita Barberá, Punset es su icono.

Los personajes van saliendo solos. Es algo natural de este tipo de teatro. Me acuerdo de una entrevista que le hicieron a Rubianes. Decía que el teatro es una forma de transgresión y no iba a renunciar a eso. Al margen de cómo cambie el panorama político, nosotros, de forma natural, nos vamos metiendo en esos temas.

Hablaba de recuperar espacios públicos. ¿Se ve en el Teatro Principal?

Yo siempre me he visto en todos lados. Me tengo que poner al día en como queda el tema teatral ahora. No sabemos hacia dónde irá. Podría pasar que se repitieran errores de amiguismos, de cargos a dedo, todo eso que hemos vivido muchos años. Cuando no actuábamos en ciertos teatros no decían que era por censura sino por criterios artísticos. Otras veces ponían un alquiler muy caro, inasumible para el colectivo que nos quería contratar. Maneras de censura había muchas, pero no hemos parado...

Ahora le señalan como cómico oficial del gobierno.

Hay quien reduce toda nuestra faena a tal o cual personaje: «Este es el que hace de Rita y Rus. Ahora se le acabará la faena». Es una simplificación de mi trabajo, que abarca todo lo que pasa. Ayer hablábamos de Tordesillas, pero siempre hay alguien que viene a decirte: «¿Por qué no te metes con Mónica Oltra?».

¿Es usted un cómico de izquierdas?

Como persona tengo una forma de pensar que está muy clara. De lo que huyo, incluso en esta entrevista, es de esta simplificación. No se trata de hacer de Ribó, de Oltra o de Puig, se trata de hacer sátira de lo que ocurre. Hay gente de izquierdas que sabe que soy muy crítico con ellos. Yo no estoy en ningún partido, no puedo estarlo. No puedo presentarme de concejal porque me gusta satirizarlo todo.

¿Y cree que la izquierda se ha apoderado de su figura?

Pero no ha cuajado, porque si un partido o un colectivo quieren apropiarse de mí como símbolo enseguida le doy la vuelta a la broma y les desmonto el tema. Soy un personaje incómodo, no me pueden tener como bandera de nada.

También ha sido crítico con su sector: decía que faltaba teatro crítico en esta ciudad.

Lo que no entendía es que no hubiera una corriente de sátira y crítica en Valencia con la que estaba cayendo, cuando el teatro siempre se ha nutrido de la actualidad.

En la música sí que existía esa corriente.

Yo agradecía que el movimiento musical valenciano fuera más incisivo. El teatro en Valencia tiene muy buenos profesionales pero no veía estos años una intención social, ese teatro ácido. Lo decía sin hacer una tesis, porque es el teatro que me gusta.

¿Se consideraba un exponente de la contracultura durante estos años?

No, eso vino un poco con el Veriueu-ho, porque teníamos una presencia continua y se retroalimentaba con el teatro.

¿Cree que ha contribuido al cambio político?

No, no, de verdad, no tengo tanta importancia.

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