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Crítica

Butterfly olímpica

Madama Butterfly

Teatro Olympia (valencia)

Comp. Ópera 2001. Orquesta Sinfónica y Coro de Hirosaki. Hiroko Morita, Daniel Baños, Liliana Mattei, Javier Galán, Dimiter Dimitrov, Tihomir Androlov, N. Bachev y S. Ivanona. Director: Martin Makiz. Dir. de escena: Roberta Mattelli. Dir. artístico: Luis Miguel Lainz.

a gran baza de esta Madama Butterfly fue el equilibrio entre partitura y escena, lo cual no es siempre evidente, incluso en montajes de más empaque. El drama de Cio-Cio-San, prendada de un marine caradura, fue resuelto por la italiana Roberta Matelli con el justo ritmo de acción para captar el interés del espectador. No es detalle nimio dado que permite el discurso musical sin situaciones estrambóticas como sucede con otros registas.

Todo el cuarteto protagonista estuvo a la altura. El elenco internacional de Compañía 2001defendió con arrojo la partitura de Puccini y así lo percibió el exigente público del Olympia, un teatro que el próximo 10 de noviembre cumplirá ¡100 años! y que en aquella ocasión abrió con una temporada lírica (El Barbero de Sevilla, Manon, Rigoletto y Tosca) y las voces de a María Llácer, Graziela Pareto y Riccardo Stracciari.

La soprano japonesa Hiroko Morita cantó una Cio-Cio-San entregada, de apropiado pathos, voz heroica y emotiva, aterrada por su destino, contagiando primero su felicidad y, finalmente, su desgracia. El tenor murciano David Baños, compuso un Pinkerton desenvuelto, de excelente timbre, amplio volumen y perfecta dicción, como se escuchó en el dúo Vieni la sera. Espléndida de voz y perfecta en su rol de doncella, Liliana Mattei sorprendió por su cálida voz y contrastes, en especial en el Dúo de las flores. El barítono español Javier Galán impuso su parte con un bello color, seguro y sobresaliente en el incómodo rol del cónsul. Histriónico y desenvuelto, el tenor búlgaro D. Dimitrov no desperdició su parte para divertir al auditorio contrastando con la seriedad oportuna de N. Bachev y T. Androlov. Fue el aria Un bel di vedremo, el gran momento de la noche en una versión dirigida por el esloveno Mazik con precisión y detalle, aunque un poco más de garra y pasión habría obtenido más provecho de los profesores y del coro. Ovaciones, bravos y público en pie deben animar a traer más ópera y zarzuela a esta sala que forma parte de la historia cultural de Valencia.

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