La oficina de Santiago Calatrava se desvinculó ayer de la noticia que, según informó el periódico The New York Times, atribuía al arquitecto valenciano el retraso de la apertura de un gigantesco centro comercial subterráneo por unas goteras producidas en un intercambiador diseñado encima de la Zona Cero de Nueva York.

Según estas mismas fuentes «el problema no se ha producido en la cubierta del oculus, o la cúpula, sino en una parte bajo la construcción de la torre 3». Es decir, apuntan que las filtraciones de agua no se han encontrado en la zona de la cúpula del intercambiador bautizada como Oculus de Calatrava, sino que se han producido en un edificio contiguo y «que no es su responsabilidad».

La apertura del gigantesco centro comercial Westfield World Trade Center, prevista en principio para finales de este año, se ha tenido que retrasar hasta el primer semestre del año que viene. Esto supone un impacto económico notable para el centenar de establecimientos que tiene previsto que albergue el complejo y más teniendo en cuenta los millones de ciudadanos que pasarán por Nueva York durante las vacaciones de Navidad y la fiesta previa del Día de Acción de Gracias.

Uno de los motivos que se barajaban sobre por qué no se realizaba la apertura del complejo era precisamente que el edificio de Calatrava construido encima tuviera dichas goteras.

Filtraciones que no provenían de la lluvia, sino de agua que se había utilizado para limpiar el polvo que produce el corte de unas placas de cemento del mismo World Trade Center. Noticia que, por otra parte, no es una novedad entre los proyectos del arquitecto valenciano.