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Entrevista

Feliu Ventura: "A Ovidi no le harían gracia los homenajes"

Publica «Com un record d´infantesa», una historia entre Chile y Valencia con la música como pólvora para la memoria

Feliu Ventura: "A Ovidi no le harían gracia los homenajes"

«Hay morbo por el objeto, pero estoy hasta las narices del libro». Y eso que tampoco le ha llevado toda una vida. Porque Feliu Ventura confiesa que Com un record d´infantesa, su primera novela, atravesada como un arpón por la obra de Ovidi Montllor, le costó tres semanas de redacción y tres meses de corrección. Aún así el cantautor asegura que ha sido un camino duro, acostumbrado como está «a cosas que duran una página y tres minutos».

Dice Juan Marsé que las novelas no se acaban, se abandonan.

Desde que empecé la novela sabía donde quería llegar. Aún podía haber crecido más en algunos aspectos... Pero sí, lo que sí se acaba abandonando es la corrección.

¿Y el proceso cómo ha sido? ¿Algo que ver con una canción?

La música para mí es muy intuitiva. Nunca empiezo los discos pensando de qué voy a hablar. En el libro sí, he empezado con una estructura. Lo que hay en la novela son muchas canciones. La obra tiene que ver con las canciones como cápsulas de memoria y el hecho de que cada capítulo tenga una frase de Ovidi ha sido mi trampa: cada capítulo es como una canción.

Su viaje por Suramérica ya le ha dado para un documental y una novela...

La parte más importante de aquel viaje fue en Chile, e iba con un objetivo concreto: seguir la historia de Víctor Jara. Es curioso porque yo he ido a cantar en valenciano a Chile y no he tenido los problemas que me he encontrado cantando en valenciano en el resto del Estado.

¿Allí no reparan en la lengua?

Ellos me decían que allí escuchaban música brasileña... Ocurre que el lenguaje de los cantautores lo sienten muy próximo. Allí hay muchos «trovadores» y decían que mi manera de expresarme les era muy familiar. Tengo la intuición de que si cantantes en castellano como Serrat han tenido tanto éxito allí y otros cantantes en valenciano o catalán no lo han tenido, es porque no han insistido. Los valencianos tenemos un ámbito de expresión en Suramerica que se tendría que potenciar a nivel institucional.

Habla de exportar cuando aún se debate sobre la normalización.

Pero el hecho de que grupos como Obrint Pas hayan tocado en Japón es un elemento que favorece la normalización, porque ayuda a ver la lengua no solo como instrumento de prestigio sino como herramienta para llegar a otros lugares del mundo.

En la novela establece el puente entre dos dictaduras: la chilena y la española.

Es que el terror de Estado es el mismo en todos lados. Pero podemos aprender de ellos en la gestión de la memoria. Nosotros estamos acostumbrados a ejercer la memoria sobre algo que se pueda tocar y como a ellos les han desaparecido tantas cosas hacen una reconstrucción simbólica. Eso es una lección para nosotros, que tenemos miles de personas enterradas en cunetas. Allí donde las personas ya no existen se puede hacer una reconstrucción simbólica, frágil e intocable. Como las canciones, que son pastillas efervescentes de memoria.

¿Lo consiguieron nuestros cantautores?

Si hablamos del franquismo como «la negra nit» es por un imaginario creado por Raimon; si vamos al nacimiento de la democracia tenemos Al alba, la dictadura era La estaca; la oposición era La fera ferotge... Los valencianos hemos creado imágenes metafóricas utilizadas por todo el Estado.

Llegamos a Ovidi. ¿Cómo de importante es para usted?

Tenemos un cantautor que es único en la tradición europea porque sabe conjugar como ninguno la acción, la adicción y la canción. Para mí también forma parte de una memoria personal: cuando llegué e mi casa los discos de Ovidi ya estaban allí, es como si me dieran la mano. Es el paso de una generación a otra de cantautores.

¿No le parece que tantos homenajes han distorsionado su recuerdo, lo que realmente importaba de su figura?

El primer homenaje, en 2005, sirvió para conectar a una generación que podía haber ido a un concierto de Ovidi y recuperaba su figura. Más importante es el de ahora: veinte años es una persona entera y esto sirve para que Ovidi pase a una generación que no lo vivió directamente. Es un paso importante. Otra cosa es la cantidad de homenajes que se han hecho. Se ha conseguido recuperar la figura y se ha hecho un acto de desagravio a un artista que sufrió un abandono. Pero aún hay una deuda con su obra.

¿Falta profundidad?

Falta analizar realmente su obra, darle valor. Y luego me lo dicen muchos amigos: a Ovidi no le harían gracia los homenajes. Lo realmente importante es utilizar su trabajo para lo que él quería utilizarlo: transformar las cosas. Por eso es importante estudiar su obra más que su figura de Che meridional, esa imagen icónica.

Decía que los discos de Ovidi eran como un testigo. ¿Qué sensación tiene cuando piensa en los músicos en valenciano de su propia generación?

Hay una consciencia de que algunas cosas que hicimos han sido importantes. Yo iba a cantar fuera de concurso en festivales de rock y para mí no era importante, pero me he dado cuenta de que he abierto un circuito para la canción de autor que no existía y que otros pueden aprovechar. Eso hemos hecho con la música en valenciano, demostrando que se puede hablar en un lenguaje actual de temas actuales y competir con músicas de otros lugares del mundo. Nos hemos dado cuenta que hemos hecho algo para hacer avanzar la historia del País Valencià.

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