Javier se tuvo que buscar un apellido artístico antes de la mayoría de edad. Butler es el segundo de su madre, lejana herencia irlandesa, y sustituyó al Rosillo, poco comercial. Hoy Javier Butler, actor valenciano de 19 años y aire adolescente, ocupa la primera línea del cartel de Novatos, ópera prima de Pablo Aragüés centrada en la historia de un joven en su primer año de universidad, teñido de «humillación física y psicológica». Son palabras del propio director, quien extirpó el guion de su propia experiencia en un colegio mayor, «no por una cuestión revanchista, sino para arrojar luz sobre un problema social».

En un proceso catárquico, Aragüés se vio impelido por la productora a reflejar su año como víctima de «una manera de violencia organizada sistemática y jerárquicamente» que sufrió cuando hace quince años se fue a Madrid (es zaragozano) a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas. Desenredado el recuerdo traumático, tocaba buscar quién haría de él en la ficción. Y ahí se cruzó con Javier. «Yo lo había visto en el corto Lucas, de Álex Montoya „nominado en los últimos Goya„. Pregunté por él y me di cuenta de que, además, estaba en la edad perfecta», relata el director. «Imagínate, que te den un gran papel sin pasar por el casting», añade el propio Butler. Con la película recién estrenada (en Valencia lleva una semana en cartel, en los Yelmo), Butler responde en voz baja mientras sale de una biblioteca de Madrid, adonde se ha marchado este año para estudiar Derecho y ADE. El camino parece discurrir en paralelo al de su personaje: «Acabé el rodaje y entré en el colegio mayor pensando en todo lo que me esperaba. Pero ya no son así las cosas. Hubo novatadas, pero nada como en la película».

„¿Por qué no estudias Arte Dramático?

„Lo arreglé así con mis padres „cuenta Butler„. Ellos me dijeron que me dejaban irme a Madrid para intentar ser actor si, a cambio, estudiaba otra carrera. Es que en el cine un día estás muy arriba y al otro te quedas sin nada. Pero yo quiero ser actor.

Parece que, pese al sinuoso plan trazado, el muchacho lo tiene claro. De hecho lo tuvo desde bien pequeño, cuando en cuarto de Primaria se inició en las clases de teatro extraescolares. Ahora, aunque se ha propuesto compaginar castings y universidad con esfuerzos equitativos „«estoy centrado en los estudios», advierte: ¿un mensaje de tranquilidad a casa?„ confiesa que el primer largometraje ha abierto un apetito difícil de saciar: «Intento mantener la calma, pero lo que quiero es que me llamen para más papeles ya, aunque sean pequeñitos. Es que después de una película así... Claro que esto engancha».

El rodaje

Fueron cuatro semanas grabando en un cuartel de Zaragoza, en las que Aragüés sometió al equipo, repleto de rostros jóvenes (Lucía Ramos y Nicolás Coronado acompañan a Butler), a un duro ejercicio emocional. «Trataba de seleccionar bien los días de rodaje. Por ejemplo, concentraba todas las novatadas, los momentos más duros, en la misma jornada», explica el director. «Había días que acababas de rodar y solo pensabas en meterte en la cama, olvidarte del mundo», rememora Butler.

El realizador admite que al principio le preocupaba la resistencia de su joven actor ante un proceso tan intenso. «Era su primer papel y, aunque tiene mucha intuición, no sabía cómo soportaría las cuatro semanas. Pero fueron geniales», aclara Aragüés. Butler reconoce que, para aguantarlo todo, estaba el ambiente de la manada: «Había muy buen rollo y siempre estábamos con bromitas. Es necesario en una historia tan cruda. Y eso que en algún momento te llevas una hostia de verdad mientras grabas. Pero luego tan amigos».

De las cuatro semanas, a Butler le han quedado esos amigos, un papel protagonista y un hambre voraz por ser actor. No es mal bagaje.