Pueden parecer hoy gigantescas celebraciones culturales, pero los grandes festivales de cine de Europa (Cannes, Venecia y San Sebastián) tuvieron un origen comercial, para extender la campaña turística. De ahí que tegan lugar en mayo y septiembre. La excepción es el de Berlín, que nació en 1951 por motivos políticos, como escaparate del mundo libre frente a la Europa comunista. El mismo origen económico sucede en España con los Valladolid y Gijón. Los datos los puso ayer sobre la mesa el director de la Seminci, Javier Angulo, en una jornada sobre El festival y la ciudad organizada por Cinema Jove. Participaron también el director del festival de Cine Europeo de Sevilla „exresponsable del de Gijón„, José Luis Cienfuegos, y diversos periodistas culturales. Entre ellos, el jefe de Cultura de Levante-EMV, Alfons Garcia.

El certamen valenciano, que celebrará su 31 edición en junio de 2016, es hoy una marca consolidada en el panorama internacional del audiovisual, pero menos conocido en la propia ciudad, comentó su director, Rafael Maluenda.

La escasez de presupuesto (de un millón ha pasado a 480.000 euros el último año, «algo mínimo para un festival internacional», dijo Cienfuegos), la falta de una estructura estable durante todo el año (ahora solo tiene personal durante dos meses y medio antes de la celebración) y una mayor actividad durante todo el año son las principales carencias que se pusieron en evidencia durante el debate. Son objetivos a lograr, «espero que se nos permita hacerlo», dijo Maluenda.

Tras la desaparición de la Mostra (el festival que apadrinaba el ayuntamiento), Cinema Jove se ha quedado como escaparate único del cine en la ciudad. Angulo y Cienfuegos mostraron su sorpresa por el hecho de que el consistorio «no lo apoye a saco» .