Elena Moreno sabe de lo que hablamos. Elena Moreno dejó la escuela regular a los seis años, a los quince empezó a trabajar, a los veinte se casó y pronto enviudó. Elena Moreno no supo descifrar el misterio de los rótulos luminosos hasta que entró en una escuela de adultos. Ahora que se ha jubilado, Elena Moreno ha vuelto a las clases. Y ayer, con la voz entrecortada, dio en valenciano una lección. O mejor, dos: enseñó que siempre es tiempo de perder la vergüenza para aprender a leer y que la primera ventaja es pode distinguir por uno mismo lo que está bien.

Elena Moreno fue la protagonista sin cargo del acto «histórico» de ayer en una sala abarrotada de la Biblioteca Pública de Valencia: la presentación del Plan de Fomento del Libro y la Lectura, una reivindicación tan manida de editores, libreros, ilustradores y escritores „la primera es de 2005„ que los llevó hace más de un año a constituir FULL (Fundació pel Llibre i la Lectura) y a elaborar las líneas maestras del deseado proyecto.

Las presentaron en marzo de 2015, en las puertas de la campaña electoral de las autonómicas, y lograron el compromiso de los partidos de poner las bases del plan en seis meses.

Justo se cumple ahora un semestre de la toma de posesión del nuevo presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el proyecto empieza a andar. El presidente de FULL (y, a su vez, de los editores valencianos), Jesús Figuerola, no racaneó ayer gratitud a los nuevos gobernantes: «Habéis hecho en seis meses lo que no se había hecho en veinte años, y con la participación del sector».

La presencia de Puig junto al conseller Vicent Marzà en el acto „lo presentó la directora general de Cultura, Carmen Amoraga„ ilustra la relevancia que el Consell ha querido poner en este proyecto, con el que pone en evidencia el «estado de emergencia cultural» en el que ha quedado el territorio valenciano, afirmó Puig.

El jefe del Ejecutivo sustentó su afirmación en los «dramáticos» índices de lectura. La valenciana es la última comunidad entre las que tienen lengua propia en compra de libros en valenciano (solo el 2 %), está dos puntos por debajo de la media española en lectores habituales (56,8 % frente al 59,1 %), es la penúltima en compra de libros por delante solo de Canarias y también ofrece cifras «alarmantes» en la dotación de sus bibliotecas. Figuerola resumió el estado de las cosas: solo se lee en valenciano (por obligación) en los niveles educativos.

Con todo, lo de ayer se puede equiparar con la primera piedra de un edificio. Por ello, un librero con cargo en la organización gremial „de los bastantes que, junto a editores, acudieron a la cita„ habló de «un día posiblemente histórico».

La prevención se debe a que el plan está por construir. Ayer solo se exhibió el logotipo „«llegim, llegim, llegim», reza„ y las buenas intenciones de partida. El II Simposi sobre la Lectura (el primero, en 2009, cayó en saco roto) empieza mañana y de él deben salir las líneas de acción del plan. El calendario de trabajo dice que antes de final de mes ha de concretarse el documento de partida.

El plan cuenta con una dotación específica este año de 250.000 euros. El resto hasta los 1,3 millones que el sector del libro se reparte en los presupuestos de 2016 son las líneas habituales de ayudas a la edición y la promoción. Ayer no se dio a conocer tampoco la cuantía global que la Generalitat gastará en el proyecto hasta 202o.

Habrá que esperar para comprobar si el de ayer fue realmente un día histórico. Esperanzador sí lo fue, al menos para editores y libreros presentes, cansados de años de ignorancia.

La prueba es que la ley del Libro, aprobada en 2000, es la que mandata al Ejecutivo a desarrollar planes plurianuales de fomento de la lectura. Hasta ahora, no había habido ni uno. Por eso, se entiende la esperanza.