No es una novela en clave, pero el lector se perdería muchos matices si ignora que detrás del personaje de Emma Thomson en Corazón amarillo, sangre azul está la editora Esther Tusquets y que tras la cuñada se vislumbra el perfil de la autora, Eva Blanch, diseñadora, fotógrafa, novelista (esta es su segunda obra) y musa de Óscar Tusquets.
Llaman a casa y te dicen «He venido a morirme». Buena frase para una historia.
Ahí empezó todo. Pero depende de quién te diga algo así.
¿Por qué no ha utilizado los nombres reales cuando la historia es de una sinceridad tan transparente, como dice Eduardo Mendoza?
A ver€ Hay mucha cosa inventada y mucha fabulación por mi parte. La sinceridad es más de las emociones. Mi deseo ha sido alejarme de los personajes reales y que la novela vuele.
¿Ha costado dejar a un lado el pudor para escribir una novela que al final habla de su familia?
Es un tema de la novela: el pudor en el arte. Y sí, hay algo de desgarro, no es fácil.
¿Para salir purificada al final?
No me siento purificada. Hay como un efecto boomerang tras exponerte y aún no tengo una conclusión elaborada. Pero sí sé que uno sufre mientras escribe y sufre consecuencias después. Estoy por ver si realmente habrá valido la pena. Es una novela que no puedo volver a leer.
Una niña mandona y manipuladora. Una caprichosa, pero también una mujer revolucionaria, una editora sobresaliente y una buena escritora. ¿Esa es Emma Thomson/Esther Tusquets?
En los halagos estoy totalmente de acuerdo. Lo de caprichosa lo matizaría. Una persona caprichosa puede ser muy banal y ella no lo era. Era muy inteligente. Sí hay una pataleta final, un rechazo a lo que le estaba pasando, pero era muy honda.
¿Qué explicación encuentra a que se hayan escrito dos novelas a partir de la muerte de Esther Tusquets?
Lo he pensado. Creo que da para más incluso. No entiendo cómo no se han escrito.
En vida tampoco fue una figura especialmente atendida por la cultura, ¿no?
Hay muchas Esther, un personaje muy lleno y literario, y había muchos personajes a su alrededor, de la gauche divine, que también cuesta entender cómo no se ha hablado más de ellos.
¿No hay demasiado mito sobre la «gauche divine»?
Creo que no. Fue un momento muy particular y excitante. Me da cierta envidia al revisarlo.
Pero había también un componente frívolo en esa manera de entender el compromiso político y cultural€
Sí, fue parte de la gracia. En un mundo tan duro políticamente lo pasaron tan bien. Han traído cosas muy importantes: fundaron editoriales importantísimas, poetas inmensos y fotógrafos increíbles€ Y además lo pasaban bien. Si lo hubieran pasado mal, no tendrían el interés que tienen.
¿Y en el arte casi todo se hace por notoriedad, por afán de protagonismo, como dice el fotógrafo en la novela?
Yo creo que no.
¿Y por qué ha escrito?
[Silencio] Es complicado. Podría citar una obra de Óscar [Tusquets], Dios lo ve: todo el que hace una obra creativa intenta trascender. El afán de notoriedad es lo último. Me han acusado de esto ya y yo digo que la fama está muy sobrevalorada: en el anonimato se está muy bien y no tengo ningún deseo de escribir para ser famosa.
Y después de todo, ¿el libro es una historia de infelicidad?
Creo que no. El encuentro con la muerte te cambia la vida, sí, pero hay que saberla mirar. A los treinta no piensas, pero luego tropiezas con ella.
¿Es Cataluña un país esquizofrénico?
Sí, un poco. Mucha gente tiene una posición muy clara, y muchos, no. A mí el tema me cansa soberanamente.
¿La relación con la familia (Óscar y Milena Busquets) está igual tras la novela?
Sigo casada€ Y más allá no quiero contar.
