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Teatro crítica

Yo soy Calderón

«El alcalde de Zalamea»

Teatro Principal (valencia)

De Calderón de la Barca. Intérpretes: Carmelo Gómez, Nuria Gallardo, Jesús Noguero, Joaquín Notario, Clara Sanchis. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Vestuario: Pedro Moreno. Escenografía: Max Glaenzel. Dirección: Helena Pimenta. Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico.

Desde que Lluís Pasqual dijera, en los 80, aquello de «yo soy Calderón», se ha discutido mucho sobre el modo de adaptar los clásicos a un escenario «actual». En este caso, es evidente que Helena Pimenta es Calderón, ha puesto toda la carne y sabiduría escénica (que es mucha) para dar con ese «actual», es decir, romper con un Calderón museizado. En efecto, la trayectoria de Pimenta ha brillado sobremanera en versionar a los clásicos. Y en este caso no debieran faltar elogios: por la estética lograda, por el soberbio conjunto presentado... Tampoco debieran faltar piropos a la dirección de los actores: todos ellos componen un cuerpo armónico, vibrante. En fin, la directora vasca logra imponer sensibilidad y emoción en esta obra digna de una compañía nacional.

De todos modos, veo dos problemas que expongo a manera de debate. Por un lado, «modernidad» no significa acabar con todos los lustros de historia. Creo que Calderón, incluso en esta obra, es más intelectual, trata de ser más objetivo que emocional. Por ello, esta vez, la reconocida emocionalidad de Pimenta no termina de cuadrar. De ahí que sea difícil, a veces, entrar en el meollo escénico, más oscuro que claro (y no solo por la sombría iluminación, o por una expresiva escenografía pero que no ayuda a seguir la acción). Y el otro asunto es el verso. Podríamos decir que los clásicos son como la ópera: por mucho que se modernice un libreto, nunca debe faltar el buen cantar. En este caso no brilla el modo de decir el verso. Hay fisicidad y naturalidad, pero muchas veces no claridad de lo que se dice. Carmelo Gómez, a pesar de su imponente presencia escénica ofrece, a veces, más emoción que buen decir en su Pedro Crespo. Y la poderosa Nuria Gallardo (Isabel) debiera perfilar algunos excesos expresivos. Más equilibrados veo a Jesús Noguero (Capitán) y al veterano en estas lides, Joaquín Notario (Don Lope), quien junto a Gómez conforma una agraciada pareja que se luce en una de las escenas más chispeantes, a caballo entre la tragedia y la comedia.

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