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Entrevista

Magüi Mira: "La imagen le quita poder a la palabra"

La directora de teatro y actriz Magüi Mira presenta «El discurso del rey» en el Teatro Olympia de Valencia

Magüi Mira: "La imagen le quita poder a la palabra"

Lo primero que hace Magüi Mira al afrontar una obra nueva es sentir la necesidad de expresarla. «Si no, ¿para qué?». El discurso del rey se cruzó con ella en el Teatro Nacional de Helsinki y fue ahí cuando sintió ese impulso. Esta actriz y directora, auténtica mujer de escena que ha dedicado toda su vida al teatro, reivindica ahora en el Teatro Olympia «el poder de la palabra». En un mundo en el que «la imagen se ha impuesto a la voz» y donde «vivimos en una realidad escenificada». Muchos conocerán esta historia por la película del mismo nombre, que consiguió cuatro premios Óscar en 2010, entre ellos mejor película, director, actor y guion. El día 20 se estrena este guion adaptado por Emilio Hernández e interpretado por Adrián Lastra (el rey Jorge VI) y Roberto Álvarez (el logopeda).

¿Qué vamos a ver nuevo en la obra de teatro «El discurso del rey» que no vimos en el cine?

No estamos acostumbrados a ver en el teatro algo que ya hemos visto en el cine y más si ha sido una película de tanto éxito. Más bien suele ser al revés. Pero ¿cuántos Hamlet has visto tú? Son historias contadas de diferentes maneras que no tienen nada que ver. Una historia si es buena no importa el formato. Lo puedes contar en un libro, en una película, en el arte escénico...

¿Y qué tiene este soporte que lo hace llamativo?

El teatro está vivo. Tienes un espectador que comparte contigo lo que vives. Es una creación diferente de los actores con una respuesta escénica que no sale de esa caja. El teatro es síntesis, el tiempo es elíptico.... Es poesía pura. Nosotros hacemos todo en dos horas con seis sillas y un sillón.

El público acude para vivir otro tipo de experiencias.

Exactamente, nosotros creamos una verdad, pero no es la verdad de la calle. Cada gesto tiene un significado distinto. Creamos nuestra verdad. Aunque en el mundo que vivimos ahora parece que no haya verdad nunca.

Al menos aquí sí que hay una verdad porque está basada en hechos reales.

Eso me encanta porque trasciende. La obra habla del poder de la palabra ambientada en el momento que cobró más importancia con la radio. Ahora atravesamos un momento muy trágico donde el poder lo tiene la imagen y la escenificación sin contenido. A mí no me importa el paseíto que se hacen los políticos o que se den la mano y sonrían. Lo hacen porque la imagen le ha quitado el poder a la palabra. En el teatro escenificamos un contenido y lo hacemos con nuestro cuerpo, que es nuestro instrumento. Un pintor tiene una pincel y un lienzo, nosotros solo tenemos nuestro nuestro mundo emocional. Y así cuentas una historia con actores a los que admiras y en los que creo. Por eso les ofrezco mi propuesta y si tengo suerte la aceptan.

Ellos pensarán que la suerte es que usted los llame.

Se trata de sumar, de juntar a un equipo que se enamore de lo que cuenta y que quiera hacer ese viaje conmigo.

¿Qué piensa de la situación que vive ahora la cultura en Valencia?

Todo se está desmoronando y eso es maravilloso. Si no se rompen las cosas no se pueden volver a crear. Me parece muy bien este tsunami, aunque los valencianos no nos merecemos lo que nos está pasando. Somos un pueblo tradicionalmente lleno de arte. Hablo de música, teatro, poesía, literatura, arte amateur, gente talentosa con un espíritu libre. Yo prefiero verlo en positivo y pensar que hay que destruir para volver a nacer.

Hablamos de «El discurso del rey» en el Día de la República. ¿Es una obra que cuestiona al poder?

Yo soy republicana 100 %. Pero una de las cosas que me gusta de este texto es que la vida no es ni blanca ni negra. Jorge VI fue un ser maravilloso que no tuvo más remedio que asumir su destino. Si le tuviera que decir algo a nuestro rey sería que hiciera un referéndum.

¿Qué tiene el teatro que le ha hecho dedicar toda una vida?

El teatro ha sido un imán para mí. Mi primera escena fue saliendo con mi abuela por la calle de Sant Vicent de Valencia con los moños y vestida de fallera. Ahí empezó todo, porque sentí el placer de comunicarme con la mirada con la gente que me miraba. Si no captas la mirada del espectador no hay nada que hacer porque no entras ni en su corazón ni en su cabeza. De pequeña, hasta perseguía a las monjas para que me dieran papeles en el belén. Siempre me ha fascinado comunicarme con los demás a través de la emoción y de la palabra.

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