Los amigos de Krystian Bala lo caracterizaban siempre por ser un hombre pulcro y detallista. Su pasión por la escritura y la lectura de novela negra levantaban admiración entre sus allegados en un humilde barrio de la ciudad de Cracovia (Polonia). A Bala pareció fascinarle la delgada línea que separa la realidad de la ficción, pues fue condenado a 25 años de cárcel en 2007 por asesinar a un hombre. Su pecado fue inspirarse en su propia novela, «Amok», donde aparecía un asesinato muy similar.

Ernesto Mallo también juega con los claroscuros de la ficción, aunque claramente de manera distinta. «Siempre se ha dicho que si un escritor de novela negra no se dedicara a la escritura sería una asesino. Pero es mentira. Sólo somos animales atraídos por la oscuridad», y añade: «y por la historia». El escritor y periodista argentino se encuentra en Valencia para participar en el Festival VLC Negra y presentar su última novela, «La conspiración de los mediocres» (Siruela). «Se agradece un festival como este porque te da la oportunidad de interactuar con los lectores». Aunque vive en Barcelona, es la primera vez que Mallo visita el cap i casal, donde ayer protagonizó un encuentro sobre Borges, el «compatriota que hizo posible que la novela negra dejara de ser un género de segunda», según Mallo.

A pesar de reconocer la buena salud que goza el género en España o en Argentina, no ve claros escritores líderes dentro del mismo. «Actualmente, la novela negra tiene muchos hijos, pero no todos le han salido muy ´saludables´ (ríe). Es un disparate», asegura el escritor, en referencia a la eclosión de autores durante los últimos años. «Las editoriales vieron un filón en el género y se pusieron a publicar todo lo que les viniera por correo certificado», explica Mallo.

Los dichos no suelen obtener el agrado del escritor argentino. Los tópicos no son su fuerte. Se troncha ante afirmaciones como «la realidad supera a la ficción. «¡No tengo ningú negrómetro!», bromea. «Aunque ese dicho hubiera tenido sentido en algún momento, no lo tendría en absoluto ahora. Vivimos plenamente en un mundo de ficción. Actualmente nos pasamos nuestro tiempo contemplando la vida a través de intermediarios, ya sean medios de comunicación o dispositivos. Estos recortan y modifican la realidad para servírnosla», explica el escritor con gesto de paranoia.

Fascinación por el crimen

A pesar de vivir más conectados a través de Internet a un mundo que baila entre la edulcoración y el sadismo, los lectores continuan acudiendo a la novela negra con cierta fascinación.

«El mundo del crimen lo tenemos muy cerca. Es un mundo paralelo del que gran parte de la sociedad quiere conocer más cosas. Quizás tú no estás interesado en el crimen, pero sin lugar a dudas el crimen está interesado en tí», asegura. Mallo siempre ha defendido a la novela negra como un género de información y sabiduría, pues su principal fuente de información es «la vida en sí y la política».

La dictadura de Videla en Argentina, así como los episodios de impunidad política y social son un constante en la obra de Mallo. Sin embargo, a pesar de que sus obras narran hechos concretos y nombres que forman parte de la historia de su país, Mallo niega que haya algo de periodismo en sus novelas. Aunque sí algo autobiográfico, sobre todo en el detective que protagoniza sus obras, Perro Lascano. «En Lascano hay mucho Mallo. Ese personaje tiene actitudes, experiencias e ideales míos, aunque también es un mosaico de muchas otras cosas que rodean la sociedad donde nací», explica.