Maria Josefa, sobrina de Rafael Chirbes, recibió ayer de manos del Rey el premio Nacional de Literatura 2014, que se le otorgó por En la orilla. El escritor valenciano, fallecido el pasado 15 de agosto, había escrito un texto para la ocasión, imprescindible para entender mejor a Chirbes y a toda su obra completa.

El novelista de Tavernes de la Valldigna pensaba que debería pronunciar un pequeño parlamento en el momento de la entrega, un acto que presumía que sería de manera inmediata bajo el mandato del entonces ministro de Cultura, José Ignacio Wert. Pero descubrió que había dimitido cuando tenía terminado el discurso.

El texto „al que ha tenido acceso Levante-EMV„se inicia con las dudas para aceptar el galardón. «Al tratarse de una distinción promovida por el Ministerio de Cultura, todos suponemos que llega con un suplemento de carga política, y cuantos me conocen saben que siempre he huido del contacto con el poder en cualquiera de sus manifestaciones. Toda mi vida he pensado que un discreto apartamiento beneficia la independencia de mis libros. Por suerte, un escritor puede ejercer su tarea sin tener que ponerse al servicio de nadie: para dar a luz una novela, incluso una gran novela, no se necesita más que la punta del lápiz, una resma de hojas de papel y un tablón en que apoyarse».

Esa extrema libertad le permite recoger el premio con la mejor ironía marca Chirbes. «Mi trabajo no sufre los embates de la política social o cultural de su ministerio, no dependo para nada de sus decisiones, como les ocurre a otros compañeros artistas, músicos, editores, cineastas, trabajadores del audiovisual, actores y productores de teatro, para quienes, sin apoyos, resulta imposible sobrevivir».

Paradojas del galardón

«El mismo día que recibí el premio le dije a algún periodista que, paradójicamente, desde su ministerio, señor Wert, se galardonaba un libro que habla de ustedes, de lo que han hecho de este país con su voracidad, con su orgullo: de toda la desesperación que su bulimia „y la de quienes los han precedido en esta olla podrida de la transición„ ha inoculado en los personajes del libro y ha sembrado en mí, que soy el autor».

Después da un repaso a la «política de extermino cultural» del PP valenciano, con alusión a la persecución a la AVL y al cierre de RTVV: «Le hablo de la política de exterminio cultural llevada a cabo por sus colegas, un grupo de gobernantes tan peligrosos como descerebrados, que, desde un absoluto desprecio hacia su propio pueblo, se han permitido cerrar las únicas emisoras de radio y televisión que hablaban en valenciano, dándoseles una higa que con ello han provocado un desastre cultural, social y económico de incalculables proporciones».

Conocidos los fundamentos para aceptar el premio, argumenta que «estoy aquí por respeto a un jurado», y también, «por qué no decirlo, para celebrar la alegría que este premio les ha causado a mis amigos y familiares», y por compartir el premio con Ramón J. Sender, Juan Marsé, Ramiro Pinilla, Carmen Martín Gaite o Manuel Vázquez Montalbán.

«Estoy aquí porque los gobiernos que detentaban el poder en el momento en que se les concedieron a estos maestros los premios „los del cínico González, los del iluminado Aznar, los del falso benevolente Zapatero„ han pasado a la historia como pasa un mal sueño, igual que pasará el suyo mientras queda la palabra de estos escritores».

Donación a Casa Caridad

El parlamento nunca pronunciado concluye: «Además, tengo que confesarle, señor Wert, que estoy aquí también movido por un motivo económico: para robarle al cicatero presupuesto de este gobierno un poco de dinero. Cuando dudaba si aceptar el premio, pensé que no podía negarme a recibir esos veinte mil euros que tan bien le vendrán a la Casa Caridad de Valencia, institución que a un marxista le parece de nombre muy feo, pero tras el que se esconde un centenario comedor social que, como mi novela, está repleto de personajes creados por su política de capataces de los lobbies, un lugar que todos los días se llena de personas a las que ustedes tratan como trapos y a las que, con mi libro, con estas palabras y con mi gesto, animo a que luchen contra quienes les arrebatan su dignidad».