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Hamlet y ¿por qué reímos?

Siempre he considerado a Hamlet como un personaje apasionado y capaz de la acción heroica, pero «corrompida» por defectos en lo que respecta al valor humano de tales actos. En él hay tal confusión de motivos, de lo que contempla fuera y dentro de sí, que, aunque es lo suficientemente valiente, acaba realizando una «venganza retardada». Dicho esto, no puedo más que mostrar mi aplauso a la versión que nos ha mostrado Miguel de Arco, de la obra shakespiriana, dentro del festival Tercera Setmana. No obstante, toda la trama se desarrolla en la cabeza de Hamlet. Es de su cerebro de donde brotan las imágenes oníricas, quienes van componiendo las escenas, repletas de fantasmas (y no solo su padre muerto), que aparecen en un espacio escénico bellamente cerrado, bellamente efectivo y sintético.

Un espacio en el que vegeta un notable melodrama (con pequeñas ironías) y un elenco bien orquestado, encabezado por un vigoroso Israel Elejalde, quien aparece en escena con un ritmo a tumba abierta: atormentado, maniático, patético y farsante. Y sin respiración asistida. Me deleité con muchas de las imágenes, así como la atmósfera general; también el modo de expresar la locura de Ofelia (Ángela Cremonte). En otro orden de cosas, creo que quedó una tanto desdibujado la escena de los comediantes, a pesar de la broma del actor argentino, y en momentos el montaje quedó un tanto frío, de tanta búsqueda de espejismos y tormentos. Pero en conjunto, el trabajo es brillante, innovador e hipnótico.

Esto ocurrió en el segundo día del festival, porque en el tercero resucitó la figura del payaso, o mejor, El minuto del payaso. Se produjo a raíz de un notable actor, Luis Bermejo. Pero a pesar de su resultado interpretativo, no me entusiasmó en demasía el texto de José Ramón Fernández. Me pareció flojo, sin estructura sólida. Menos mal que Bermejo fue capaz de dirigir el ánimo de un público que tenía ganas de que le manejaran.

Pero el certamen sigue; y hoy, miércoles, le toca el turno a la segunda representación de Eroski paraíso, de Chévere, compañía gallega de agitación teatral que ha sabido mantener, en su ya larga trayectoria, una propuesta tan irreverente como genuina. También podremos asistir a la última experiencia bastarda y energética de Loscorderos.SC & ZA!; y a Virgen, de la Purísima que recupera el cuplé para actualizarlo y fusionarlo con el jazz. Y ya para mañana, la mayor atención está en Homo ridens, de los italianos Teatro Soterraneo. Y quién sabe, puede que después de ver este espectáculo podamos ya comprender por qué reímos€

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