Cientos de aficionados despedieron ayer al decano de los fotógrafos taurinos, Francisco Cano «Canito», fallecido el miércoles a los 103 años, paseando su féretro por el albero de la plaza de toros de Valencia, donde estaba instalada la capilla ardiente, y saliendo con él por la puerta grande.

En la pequeña capilla del coso de la calle Xàtiva, que abrió sus puertas de par en par para albergar la gran cantidad de coronas de flores (también una de romero, enviada por la peña Curro Romero de Écija) llegadas de toda España, las habituales imágenes religiosas dejaron su espacio a la gorrita blanca de Cano y su cámara, colocadas sobre el féretro junto a varios retratos.

El matador de toros valenciano Vicente Ruiz «El Soro» y varios alumnos de la escuela taurina, junto con familiares de «Canito» dieron la vuelta al ruedo con su féretro al hombro entre aplausos y gritos de «¡torero!».

«Es una noticia que nadie quiere que llegue, pero desgraciadamente así es la vida. Se ha muerto Cano, historia de España y diría que universal. Han sido 103 años de torería y experiencias», lamentó El Soro.

El matador de Foios equiparaba la trayectoria vital y profesional del desaparecido fotógrafo «manoletista de pro»: «Sus fotos de la muerte de Manolete quedan para la historia, pero también supo rodearse de artistas, escritores, cantantes, actores, toreros, todos los grandes... Vivió de forma intensa y deja un legado inmenso».

«En el cielo le esperan Dominguín y Manolete, a quienes admiraba, pero también Curro Valencia, Manolo Montoliu, El Yiyo o Víctor Barrio y tantos otros que perdieron la vida en la plaza o murieron por la edad, como Gitanillo de Triana o Pepe Luis Vázquez, también grandes amigos del maestro Cano. Le esperan para hacer una foto histórica».