«Trabajo como una hormiguita. No soy hombre de grandes reconocimientos», confiesa uno de los artistas valencianos más internacionales que ahora vuelve a estar de enhorabuena, ya que la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia le acaba de nombrar Académico de Honor. «Siempre está bien que te reconozcan, aunque no me acaba de ilusionar demasiado esto de las ´medallas´», reconoce Joan Genovés a Levante-EMV, pues es el segundo «premio» en apenas dos semanas, ya que el pasado 9 d´octubre recibió la Alta Distinción de la Generalitat junto a Alejandra Soler, la primera atleta valenciana.

Hacía pocos días que el pintor valenciano había llegado de Nueva York. La gran manzana le había retenido durante 20 días para exponer en la Galería Malborough. «Cuando pisé suelo valenciano pensé aliviado: ´¡Este viaje no ha conseguido eliminarme!´. Pero realmente era aquí donde me esperaba todo el jaleo», comenta entre risas el pintor, que ya cuenta con 86 años. La Real Academia decidió el nombramiento de Genovés de forma unánime el pasado 2 de septiembre por ser «un referente internacional y exponente ejemplar de la Cultura Valenciana», y el pasado jueves recibió la aceptación del pintor. Genovés se suma así a la distinguida lista de miembros de honor que han formado parte de la Academia, como Francisco de Goya en el s.XVIII y José Capuz en el s.XX, y otros como el Marqués de Lozoya, Joaquín Rodrigo, Manuel Hernández Mompó o Vicente Aguilera Cerni.

A pesar de toda su trayectoria, Genovés sigue defendiendo una postura «pragmática». «Las medallas son para los deportistas. Entre los artistas no competimos, ya que nos consideramos compañeros. Yo no soy más que un trabajador de la cultura», explica el artista quien además reconoce sus «dudas» sobre los sectores que suelen ofrecer los reconocimientos a personas de la cultura.

«A veces me planteo si las personas que dan el premio son aquellas que ven la cultura como un adorno o un espectáculo. Los pintores somos mucho más que eso: somos como notarios que dan fe de la época en la que viven y meros traductores de realidad, aunque no todos vemos lo mismo», explica. Una de las últimas exposiciones a las que asistió Genovés fue la que organizó el Museo del Prado sobre El Bosco, donde según el pintor, se encontró «el testigo de toda una época retratada en su pintura». «El pintor no quería que yo viera eso, pero es así. Aunque un artista pinte una flor con la única intención de retratarla, no podrá evitar que esa flor sea objeto de su visión como ciudadano de una época en concreto», reflexiona Genovés, ya que si de algo es conocido el pintor valenciano „con más de tres mil obras a sus espaldas„ es por su «arte social».

De hecho, El abrazo es la pintura que desde el pasado mes de enero cuelga en uno de los vestíbulos del Congreso de los Diputados. El cuadro fue sacado del almacén del Museo Reina Sofía a propuesta de Izquierda Unida, tras 40 años en la sombra. La obra, a pesar que simboliza la reconciliación de la sociedad española durante la Transición, recoge „según Genovés„ cierta representatividad de lo que pasa en España actualmente, aunque según el pintor, lo que realmente marca nuestra época es «una profunda preocupación».

«El s.XIX estuvo marcado por el optimismo por la ciencia, el XX por la desilusión al tener la certeza de que no íbamos a conocer la respuesta sobre nuestra existencia... Sin embargo, en el S.XXI estamos obtenteniendo fórmulas pertenecientes al pasado, como se puede ver en la deriva política de algunos grupos», asegura Genovés.

«Borrar la cultura»

El pintor se muestra escéptico hacia los partidos políticos y las políticas que han llevado a España a conformarse en un «país de camareros y camareras». «La política ha mantenido durante años una clara estrategia para borrar la cultura. Es natural, si se quiere obtener una sociedad donde nadie piense. Por ello hay trabajadores que votan a la derecha», afirma Genovés, que fue desde sus incios un artista comprometido con los movimientos sociales de finales del siglo s.XX e integrante de grupos artísticos con un marcado carácter crítico como Los Siete (1949), Estampa Popular (1964), Grupo Parpalló (1956) o Grupo Hondo (1961).

Sus obras se encuentran representadas en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) de Valencia, Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, Centro de Arte Reina Sofía y Museo de la Resistencia Salvador Allende de Chile. «Es muy fácil expresar la tristeza pintando un cuadro en tonos negros. Lo que me propongo es expresarla con colores alegres», afirma el pintor que se encuentra inmerso en su taller creando más obras, en las que asegura que mantiene su «matiz social y político», aunque «con otra mirada».