Puede ser, como dice Livermore, un reconocimiento de que el Palau de Les Arts es un teatro público y un intento de reforzar la idea de que «lo que ocurre en esa sala es un reflejo de la sociedad». Puede, también, que sea una campaña de marketing insólitamente eficaz. El tiempo dirá cuántas charlas de taxi acaban con un pasajero comprando una entrada para acudir a ver un Verdi en el Palau de les Arts. De momento, durante el fin de semana, si uno para un coche y pide una carrera hacia Les Arts, es posible que la conversación derive hacia El gato montés, la ópera de Manuel Penella que sube a escena este domingo.

«Mantengo una gestalt abierta con los taxistas», bromeaba ayer Livermore, histriónico, arquetípicamente italiano, para explicar su última idea: invitar a 700 conductores al ensayo general del montaje este mismo viernes en la sala principal. «Parece una broma pero no lo es. Se trata de insistir en la idea de que el valor de la vida crece si la gente tiene acceso directo a la cultura», subrayaba el intendente de Les Arts. La iniciativa, comentaba tras la rueda de prensa, viene a reforzar la línea que ha iniciado con propuestas como la de sacar la ópera del recinto, subida a un tráiler, para llevarla a los barrios. En este caso será un colectivo específico el que tendrá acceso exclusivo al ensayo. Para entrar en el edificio únicamente será necesario enseñar la licencia.

Penella vuelve a casa

Manuel Penella se marchó a México a finales de los años 30 a trabajar en la adaptación al cine de una ópera suya y ya no volvió. Había dejado a sus espaldas una extensa producción, de la cual ahora se rescata una de las obras «cumbres» de la lírica española, según el maestro que llevará la batuta en este espectáculo, Óliver Díaz. El gato montés, producida hace unos años por el Teatro de la Zarzuela de Madrid, se estrena este domingo meses antes de que se cumpla un siglo desde que se viera por primera vez, ante el patio de butacas del Teatre Principal de Valencia.

Penella, como Lucrezia Bori, es uno de los valencianos célebres rescatados por Les Arts este año. Como Bori, aunque con un destello más fugaz, Penella llegó a Broadway con su gato, convertido entonces en The wild cat y con un final feliz para contentar a un público ávido de exótico folclore español pero no de tragedia. A Broadway uno no va a ver morir a gente.

«Esta obra mostró lo que podría haber sido el nuevo teatro español y no fue», comentaba Díaz sobre un texto y un género que con los años perdería la carrera contra la zarzuela. En cualquier caso, El gato montés no escapa de su tiempo. Es una obra plagada de tópicos españoles, empezando por los protagonistas: la gitana, el torero y el bandolero. «Cuando te ofrecen el texto lo primero que dices es que antes muerto», comentaba el director de escena, José Carlos Plaza. «Lo unes con los toros, con Franco... Luego lo estudias en profundidad y te das cuenta de que te llevaste una impresión equivocada», abundaba Plaza.

Para esta revisión, comentaba el director escénico, se ha mantenido el texto original, de trágico desenlace, pero se han reducido al máximo los aspectos folclóricos para hacer una lectura social. «Es un montaje aparentemente simple en el que nos hemos valido de las imágenes más duras de esa España seca, dura, donde reina la incultura y el pueblo es manipulado», contaba el director de escena. Junto a Plaza y Díaz, la veterana Cristina Hoyos (presente ayer) dirige la coreografía en un espectáculo protagonizado por el tenor Andeka Gorrotxategi, la soprano Maribel Ortega y el barítono Ángel Òdena.

La obra será dedicada a la memoria del crítico musical de Levante-EMV Alfredo Brotons, fallecido el pasado mes de julio. «Fue una figura imprescindible en la difusión de la cultura musical en este territorio», apuntó Livermore.

Les Arts coproduce otro montaje de Penella

El coliseo valenciano recuperará a uno de sus nombres propios por partida doble, puesto que este año coproducirá la zarzuela La malquerida, también de Penella. En este caso se trata del último montaje que realizó el valenciano (estrenado en 1935 en Barcelona) antes de marcharse a México, donde acabaría falleciendo en 1939. La malquerida es una adaptación del texto de Jacinto Benavente que fue presentado en la nueva temporada de los Teatros del Canal de Madrid y en el que aparece en los créditos el Palau de Les Arts, con lo que el título será estrenado probablemente en alguna de las próximas temporadas del coso valenciano.

La nueva coproducción contará también con un director valenciano, Emilio López, director de reposiciones o asistente a directores de escena en el propio recinto de Les Arts y que estrenó su primer montaje la pasada temporada en el concierto-espectáculo Juana de Arco en la hoguera. También ha trabajado en Madrid con Albert Boadella en Don Carlo.