«La casa de un escritor es como un libro, un lugar donde adentrarse en una aventura apasionante». Así recibió el autor de La Barraca a los asistentes que ayer decidieron acercarse a la Casa Museo de la Fundación Vicente Blasco Ibáñez para celebrar el 150 aniversario del nacimiento de uno de los personajes «más universales de Valencia», que revivió por unos momentos gracias a un actor que interpretó su papeldurante la visita guiada a la Casa Museo. El figurante imitó su temperamento y su carácter meditabundo acompañado de una comitiva disdrazada de trajes de época.

La «aventura», tal y como dijo el actor «blasquista», comenzó ante la Villa Malvarrosa, donde vivió el escritor con su mujer María Blasco del Cacho desde 1902 con sus cuatro hijos, Sigfrido, Julio, Libertad y Mario. En su interior, los asistentes pudieron conocer algunas anécdotas de la vida personal del autor, como su relación con la chilena Elena Ortúzar, a quien conoció durante su viaje por Argentina; o los objetos personales de la familia, como el juego de tocador art nouveau que Joaquín Sorolla otorgó a la única hija del escritor con motivo de sus nupcias. Aunque el interior guarda la apariencia de un museo, „ya que el edificio quedó en manos de la Falange Española tras la Guerra Civil„ todavía guarda mobiliario de la casa, como la simbólica mesa de mármol del balcón de la villa.

«No deseamos simplemente celebrar una fecha, sino también consolidar la permanencia de la figura de Vicente Blasco Ibáñez», ya que el «reconocimiento a su figura debe ser permanente», aseguró la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, Glòria Tello, cuya regiduría organizó las actividades lúdicas junto a la Fundación.

Entre admiradores y curiosos

Pese a que solo unas cien personas pudieron acceder al interior de la Casa Museo por una cuestión de aforo, el patio del chalet de la calle Isabel de Villena estuvo abarrotado toda la mañana tanto por curiosos como por admiradores de la obra del autor. «Hemos leído casi todas sus novelas: El intruso (1904), La catedral (1903)...incluso La araña negra (1892), la gran desconocida donde critica duramente al clero», comentaban los vecinos del Cabanyal María José Chafer, José Ramón Lacomba y Ramón Badía, quien aseguraba que el escritor dio a su abuelo, secretario de la Lonja de Valencia, «un duro» que luego se gastó «en libros». «Es un personaje que estaba muy olvidado porque no se le ha valorado lo suficiente. Tenía una magia especial a la hora de escribir las costumbres valencianas. ¡Parecía que lo estuvieras viviendo!», explicaba otro grupo de visitantes del barrio de Algirós, como Vicente Navarro, Maribel Capellina o Narciso Pereira, quienes opinan que «sus textos, por desgracia, no son conocidos por los jóvenes.» «Coincido con ellos porque considero que siempre se le había relacionado con un tipo de literatura con un gran trasfondo político, y los jóvenes preferimos otros géneros como la ficción», opinaba Saúl Doménech, un vecino de Castelló, que añadía: «Supongo que no era profeta en su tierra». Eso habrá que verlo.