La mirada pop ante el individualismo humano del artista británico Julian Opie regresa a Valencia. La Fundación Bancaja acoge hasta el 25 de junio una retrospectiva de Opie (Londres, 1958) en la que repasa los trabajos de los últimos 15 años del artista, reconocido internacionalmente por su estilo minimalista y formas básicas.

La muestra, compuesta por obras de colecciones institucionales y privadas, consta de una treintena piezas (algunas se exponen por primera vez) de grandes dimensiones, que representan en su mayoría la figura humana, salvo algún paisaje. Son personas del entorno de Opie, con nombre propio, a las que capta realizando actividades cotidianas -como caminar, correr o desnudarse- y a las que personifica a través de gruesos contornos que delimitan su figura. La exposición, bautizada con el nombre del artista, fue presentada ayer por el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, y el comisario de la muestra, el crítico de arte y profesor de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Castro.

Tras la exposición que el Institut Valencià d´Art Modern (IVAM) le dedicó en 2010, la muestra de Bancaja retoma ahora la trayectoria de este artista, cuyas figuras llevan a la sala la «gran coreografía» del mundo, como él mismo define su obra.

En opinión de Castro, la obra de Opie «relaciona el sujeto con el logotipo», es casi cercana a la señalética metropolitana, a lo que añadió que «todos somos empresarios de nosotros mismos». En esta línea, el profesor de Arte explicó que el artista británico «es el pintor de la vida moderna», al tiempo que -dijo- invita a reflexionar «sobre la identidad contemporánea».

De «fría» a «divertida»

En los textos que acompañan la muestra, el propio artista se asombra de la distintas lecturas, en función de cada país, que se hace de su obra. En algunos lugares del mundo la califican como fría, otros como divertida. Para Castro, entre risas, esa dicotomía no refleja más que la «bipolaridad» -dijo en tono de broma- del artista.

Las obras, de gran formato, proceden de la propia colección Bancaja (que exhibe seis piezas de Opie), así como de una amplia nómina de colecciones institucionales como la de Banco Santander, Carmen Thyssen Bornemisza Collection, Galería Xavier Fiol, Galería Mario Sequeira y Lisson Gallery, y de colecciones privadas como las de Hortensia Herrero, Mariana Almeida Freitas, Pilar de Diego, Paula Sequeira, Cristina Lopes, Blanca Cuesta, Jaime Marçal, Carlos Puerta, Rocío Puerta de Diego, Ágatha Ruiz de la Prada, José Antonio Sequeira o Manuel Tavares Correia, entre otros. De hecho, algunos de estos coleccionistas asistieron ayer por la tarde a la inauguración de la muestra que, sin embargo, no contó con la presencia del artista por «compromisos» previos. Sí estuvieron Hortensia Herrero con su marido, Juan Roig, Carmen Thyssen, Ruiz de la Prada, el director de la Fundación Banco Santander, Borja Baselga, o el galerista Mario Sequeira.

El recorrido por la exposición, plantea avanzar con la propia trayectoria de Opie. Las piezas abundan en un primer momento más cercano al arte pop, que se va transformando en un minimalismo tardío para terminar en la reflexión del sujeto-logotipo.

Sus obras emplean distintas técnicas y materiales como acrílicos, vinilos sobre aluminio, tintas o madera, animaciones y videoinstalaciones en pantallas LCD y LED. Todas se caracterizan por una carga pop, representada en colores vivos y por una importante influencia de la ilustración, especialmente del historietista belga Hergé, el «padre» de Tintín.

En su obra, Opie da cuenta de lo que le rodea y trata de introducir en la mirada metropolitana una experiencia estética, además de reflexionar sobre cómo vemos las cosas y las representamos. En su trabajo pretende atrapar lo esencial, con una economía formal que da todo el protagonismo a la línea y el color.

Opie comienza a mostrar retratos esquemáticos en el año 2000, en un momento en el que en su trabajo se vuelve decisivo el uso del ordenador y la tecnología. En ellos retoma la tradición de la pintura británica y holandesa de los siglos XVII y XVIII, pero también las estampas japonesas, con la inspiración de las obras de Hiroshige y Utamaro. El artista introduce a sus personajes en un escenario público, donde cada rostro tiene un singular potencial de seducción (como la serie de mujeres desnudas) y donde cada comunidad se desarrolla, con las singularidades culturales de cada territorio y el movimiento o actitud de sus gentes, convirtiendo lo cotidiano en icónico y buscando un lenguaje universal.

Arte para todos

La muestra, que se podrá ver hasta el 25 de junio, irá acompañada de actividades como talleres de arte específicos para escolares, personas mayores, personas con discapacidad y personas en riesgo de exclusión social. El objetivo es acercar el arte y el proceso creativo de Julian Opie a estos colectivos.