El escritor Philip Kerr (Edimburgo, 1956) demostró ayer en València que no rehúye ningún tema: política, historia, educación, literatura? Todo ello, eso sí, bajo un irónico sentido del humor. Kerr, autor de más de 40 novelas, participa hoy y mañana en el festival VLC Negra. Regresa a la ciudad, que visitó por primera vez cuando tenía 12 años y que conoce bien de giras promocionales. Esas giras que le hacen salir del «aislamiento» de casi un año que dura el proceso creativo. «Lo que te hace ser autor es estar en casa y no ir a ninguna parte: no te gusta hablar, no te gusta la gente, y escribes durante 11 meses. Entonces viene alguien y te dice que hagas algo diferente de lo que has estado haciendo. Para ser escritor has de ser dos personas a la vez: el escritor que se queda en casa, que es un poco esquizofrénico, mientras que el autor es el egomaníaco, un poco borrachuzo, que va por ahí firmando libros», dijo en tono de humor, pero sin mediar sonrisa.

Sin distracciones

Sobre la escritura, el «padre» del detective Bernie Gunther aseguró que «cualquier tipo de escritura es un transtorno, para mí es uno obsesivo compulsivo». «Llevo escribiendo tanto que solo siento que existo cuando escribo», señaló el autor de Trilogía berlinesa. Pero lejos de mostrarse preocupado aseguró que lo mejor que le ha pasado es haberlo convertido en su forma de vida. Una forma de vida en la que «mi auténtico compañero, el que siempre me dice la verdad, es mi ordenador», explicó el autor británico. De ahí, dijo, que cuando escribe se aísle de cualquier tipo de «distracción» porque «la obsesión de todo escritor es el tiempo», sostuvo.

Kerr habló también sobre los personajes de los que escribe y apuntó que «los malos siempre me han parecido los más interesantes». «Siempre he querido interpretar a Drácula o Van Helsing». Y en la misma línea de terror, el escritor británico explicó que «todo personaje que dura más de un libro se convierte en un monstruo», dijo en alusión a su célebre detective. «¿Qué haría Bernie si me tuviera delante?», se preguntó. «Seguramente querría matarme», se contestó a sí mismo.

Además de literatura, Kerr abordó la situación sociopolítica de su país y su salida de la Unión Europea. «Croacia es un buen ejemplo de lo que te puede ocurrir cuando eres un pequeño país que no le importa a nadie. Pasé unos días horribles en Zagreb, lugar donde está ambientada mi última novela, La dama de Zagreb. Creo que todos los que en Escocia quieren la independencia tendrían que ir a Croacia o a Bosnia, que son países pequeños e independientes: les encantará estar allí, pero no hay nada en las tiendas. Me gustaría que los británicos se lo pensaran dos veces antes de salir de la UE: eso es un gran error». «Europa era mejor con nosotros dentro porque siempre ha necesitado a Gran Bretaña para conseguir el equilibrio con Alemania», dijo.

Encuentro con el público

Kerr ofrece hoy una charla a las 20 horas en la Fundación Bancaja y un segundo encuentro con el público mañana en la Casa del Libro, junto a otra veintena de autores.