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Teatro

La esencia de Calderón de la Barca

Carles Alfaro inaugura la temporada del Teatre Principal con una versión del clásico «La vida es sueño»

La esencia de Calderón de la Barca

El nombre de Carles Alfaro es unos de los más representativos de la escena valenciana contemporánea. Y hasta ahora sus pies nunca habían pisado el Teatre Principal como director. Una deuda que salda a lo grande, con Pedro Calderón de la Barca y su inmensa La vida es sueño.

Alfaro llega a las tablas de la sala de las calle de las Barcas para inaugurar una temporada en la que sus responsables quieren «enganchar» al público, como se dijo en su presentación la pasada semana. «La vida es sueño [vv.105-106]» de Carles Alfaro es una adaptación de la obra del autor del Siglo de Oro, que llega como coproducción de Moma Teatre, Teatros del Canal de Madrid y la Diputación de València.

Alfaro explicó ayer durante la presentación de esta puesta en escena que se trata de una «adaptación y una creación» donde el «98 % de los versos son de Calderón» y con la ayuda de Eva Alarte «hemos unido esas pequeñas conexiones para respetar la métrica exacta». «El objetivo es esencializar la estructura de la obra», dijo Alfaro, quien avanzó que la pieza cuenta con cuatro personajes, dos padres y dos hijos: Basilio (Vicente Fuentes), Clotaldo (Enric Benavent), Segismundo (Alejandro Saá) y Rosaura (Rebeca Valls). Entre los cuatro, dijo el fundador de Moma Teatre, se crea la interacción de conflictos interdependientes. Alfaro se detuvo especialmente en la figura de Segismundo, «el paradigma del mundo salvaje», una criatura que «ha estado siempre entre cuatro paredes; un animal, un monstruo». «Asistimos al 'ay, mísero de mí», al «qué delito cometí contra vosotros naciendo», señaló el dramaturgo, quien apuntó que «ahí está la clave».

«Respeto» a la obra

La obra de Calderón no ha sido cuestión de un día para Alfaro. La calificó de «viaje, con sus curvas» y la tuvo en la cabeza «durante muchos años». Adujo «respeto» ante la demora de afrontarla: «Pero el respeto nunca es una limitación», matizó. «Cada uno tiene sus miedos», añadió. Y como el tiempo pasa aseveró que «no estaba dispuesto a morirme sin hacer un gran texto como La vida es sueño, uno de los más grandes de la literatura castellana y a la que tenemos acceso».

Como grande que es, sus versos han traspasado y permanecido por siglos. Recordó el director valenciano que la obra de Calderón de la Barca tuvo dos versiones, después de que el autor la retocara. En la segunda de ellas fue donde incorporó el célebre monólogo: ¿Qué es la vida? Un frenesí./¿Qué es la vida? Una ilusión,/una sombra, una ficción,/y el mayor bien es pequeño;/que toda la vida es sueño,/y los sueños, sueños son. Al hilo de su grandiosidad destacó que La vida es sueño «es toda una escuela»; «es un clásico porque continúa siendo contemporáneo», dijo.

Intentó Alfaro aliviar también el posible «miedo» del público a ponerse cara a cara con un clásico y en verso: aludió a su intención de tender «un puente entre el público y el autor y trabajar mucho la estructuración y dejar un trabajo bien hecho del que se pueda disfrutar sin la complejidad original de la obra, hacerla orgánica».

Alfaro estuvo acompañado ayer por los actores Enric Benavent, Vicente Fuentes y Alejandro Saá, así como por el director del Institut Valencià de Cultura (IVC), Abel Guarinos; el director adjunto de Artes Escénicas del IVC, Roberto García, y la diputada de Teatres, Rosa Pérez Garijo.

Benavent, que interpreta a Clotaldo, señaló sobre su personaje que le ha exigido «planteamientos actuales muy enriquecedores», al tiempo que consideró a los personajes de la obra «muy complejos de manera abstracta». Mientras Alejandro Saá aseguró que en esta adaptación «luchamos por encontrar un equilibrio real entre el fondo y la forma». Vicente Fuentes sostuvo que quiso involucrarse en el proyecto porque quería «continuar el sentido de la palabra como sentido de pertenencia a algún lugar. Calderón se rebela en sus escritos, con palabras sísmicas pero sencillas y que llegan como aguas agitadas».

«Mal síntoma» y «símbolo»

Sobre su larga ausencia de los escenarios públicos valencianos, Alfaro recordó que desde 2004 (cuando cerró Espai Moma) no había sido programado, hasta que la temporada pasada subió «Vania», a las tablas del Rialto, una versión de Tío Vania, del escritor y dramaturgo ruso Antón Chéjov. «Nunca he tenido mucha dependencia, pero sí me sabía mal», dijo el dramaturgo, y «no solo por mí, sino porque es un mal síntoma».

En esta línea, los responsables públicos -Guarinos, García y Pérez Garijo- se felicitaron por que sea Alfaro quien inaugure la temporada de artes escénicas en las tablas públicas, algo que definieron como un «símbolo». García apostó por consolidar una «marca pública de calidad» y «con personalidad». «Nos apoyaremos en gente que son parte de nuestra cultura».

Al respecto, Guarinos quiso resaltar también que Moma Teatre vuelve a tener ayudas públicas después de 14 años. Para esta producción, la Generalitat ha aportado unos 28.000 euros.

Mientras, Rosa Pérez Garijo, responsable de Teatres de la Diputación incidió en que la voluntad de la corporación es «apostar por la producción propia y por las compañías valencianas».

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