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Obras de Dowland, Britten, Benjamin, Bruch y Franck

palau de la música

Sociedad Filarmónica de Valencia. Intérpretes: Isabel Villanueva, viola y Fraçois Dumont, piano

Se inauguró la 106ª temporada de la SFV con un espectacular recital de la joven violista Isabel Villanueva, (Pamplona, 1988) en dialogante dúo con el pianista francés François Dumont. Se trata de una intérprete que atrapa y seduce con un sonido cálido, proyectado y fraseado. Es, pues, una artista total y rigurosa que imprime un juego fluido con esa melancolía, sin pirotécnicas, tan propia de ese instrumento.

Hizo fácil los problemas técnicos a pesar de que la viola, por naturaleza incómoda en su tamaño, ofrece no pocos retos en su recorrido y desplazamiento pero que ella soluciona como si jugara a la comba pero no con una cuerda sino con las cuatro de su viola italiana del siglo XVII, un instrumento de solera. El recital se abrió con Flow my tears, del irlandés Dowland, una pavana original para laud, la melodía más famosa en el Londres de su tiempo. Por ello, Villanueva necesitó escasos segundos para captar la atención de los socios de la Filarmónica. Quizá un clave hubiera puesto más en situación la obra a la que siguió, desafiante y combativo, el Lachrimae (reflexiones sobre un tema de Dowland), de Benjamin Britten. Por alguna razón, se omitió en el programa el título de las 11 secciones de la obra, que sirven de guía al oyente. Destacaron el Animato y el Valse moderato dentro de la construcción global de la obra.

Del australiano Arthur Benjamin,(quien trabajó con directores como Hitchcock y Korda), Villanueva estrenó La tombeau de Ravel-Valse caprices, en la que se apreciaron melodías modales, así como dinámicas y ritmos que homenajean al autor del Bolero, todo un desafío en las manos de excelente François Dumont. Tampoco aquí, el programa incluyó las 8 partes de la que consta la obra.

Ya en la segunda parte, otra novedad: el Kol Nidrei de Max Bruch, original para cello y orquesta. La versión de viola tuvo una lectura suntuosa, defendida con magia, elegancia y perfecta complicidad por ambos solistas. Como colofón, la transcripción de la sin par Sonata en la mayor, de Cesar Franck, en la que ambos se cortejaron, musicalmente, con emoción y sin recato. Correspondieron a las ovaciones con una colorista Fantasía sobre temas de su paisano Sarasate. Como no podía ser menos.

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