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Música | Crítica

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Obras de Mozart, García Abril, Palomo y Turina

Palau de la Música

Intérpretes: Pablo García López, tenor y Aurelio Viribay, piano

Debutó en la SFV el tenor Pablo García López (Córdoba, 1988), antiguo alumno del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, de les Arts y que desarrolla su bisoña carrera profesional tanto en España como en escenarios europeos, contando con mentores como Mehta o Livermore.

García López posee una voz lírica que él dosificó con prudencia ante el exigente espacio de la Sala Iturbi. Se esmeró en el fraseo siendo el registro medio su mejor baza y no rechazó, con seguridad, exponerse en los agudos exigidos en algunas de las partituras.

Sin embargo, su actuación no acabó de calar en el auditorio, principalmente porque la elección del programa no fue la más idónea para esa primera presentación en una entidad tan exigente como la Filarmónica valenciana. Inició el recital con una selección de obras de Mozart la cual, a pesar de ser la remitida a la SFV por el artista, cambió de orden sin previo aviso. Fueron pequeñas joyas cantadas tanto en alemán, como en francés e italiano que, a buen seguro, el joven tenor irá interiorizando con el tiempo, para ofrecerlas con el debido aplomo y expresión. Cualquier obra del catálogo mozartiano exige pulcritud, seguridad y refinamiento. A Mozart le gustaba escribir a la medida para cada cantante, en una especie de pret-a-porter lírico. Es por eso que la elección de cada pieza es fundamental para obtener el mejor resultado y ofrecer lo mejor de la propia vocalidad. Sin duda, García López tuvo su mejor momento con el Poema en forma de canciones, sobre textos de Ramón de Campoamor. Compuesto en 1917, la introducción al piano tuvo en Aurelio Viribay un intérprete inspirado, seguro y expresivo, que arropó al cantante pulcramente para dar paso en las cuatro canciones del maestro sevillano dichas con vehemencia y eficaz proyección sonora. Por experiencia y musicalidad, Viribay resulta siempre un acompañante con garantías.

El programa (excesivamente corto) incluyó una amable selección de dos autores españoles: el turolense García Abril y el cordobés Martínez Palomo, ambos con pasado valenciano. El primero por estudios y el segundo por haber sido director titular de la Orquesta Municipal de Valencia a mediados de los 70. García López puso empeño en la interpretación y correspondió a los aplausos con una canción de Joaquín Rodrigo.

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