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Exposición

El regreso del genio del corazón apátrida

La Fundación Bancaja exhibe 125 piezas sobre la trayectoria literaria y vital de Max Aub, desde su infancia hasta la guerra civil, exilio y regreso

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Exposición «Retorno a Max Aub» en la Fundación Bancaja

«Se es de donde se hace el bachillerato». Es la célebre frase de Max Aub (París, 1903-México, 1972), así que el autor de El laberinto mágico vuelve a casa, pues lo cursó en el Instituto Lluís Vives de València, ciudad a la que llegó con 11 años.

Hasta el próximo 18 de febrero la Fundación Bancaja acoge la exposición «Retorno a Max Aub», una muestra que ofrece un recorrido por la vida y la obra creativa de este intelectual francés de nacimiento, alemán por parte de padres, español de adopción y mexicano por elección durante su exilio tras la Guerra Civil Española. Comisariada por el poeta y crítico literario Juan Marqués, el proyecto pretende profundizar en este autor polifacético y prolífico para quienes ya están familiarizados con su trabajo, pero también descubrir las diferentes facetas de su trayectoria (intelectual, novelista, poeta, cuentista, antólogo, ensayista y crítico) para quienes no conocen su obra.

En total, son 125 obras -entre libros, documentos personales, manuscritos originales, obras plásticas, carteles tipográficos o fotografías- las que componen esta muestra que ahora llega a València de la mano de la institución de la plaza de Tetuán y el Instituto Cervantes, y con la colaboración de la Fundación Max Aub. La mayoría de las obras proceden de los fondos de la familia del escritor y de la Fundación Max Aub de Segorbe. La muestra fue presentada ayer por el presidente de Fundación Bancaja, Rafael Alcón; el director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet; la presidenta de la Fundación Max Aub y nieta del literato, María Teresa Álvarez Aub, y el comisario de la exposición, Juan Marqués.

La exposición se organiza en cuatro espacios que corresponden a diferentes segmentos cronológicos de su trayectoria: los primeros años (1903-1936), la Guerra Civil y primera posguerra (1936-1942), el exilio en México (1942-1968) y, finalmente, su última etapa (1968-1972), que comprende sus dos regresos a la España de la dictadura.

Para Bonet este «retorno» a Max Aub supone una revisita al «judío herrante de nuestra literatura», «al hombre fronterizo entre varias lenguas, varias naciones y varias culturas». «Era genéticamente un puzzle», un «corazón apátrida», añadió el comisario.

En esta línea, Alcón apuntó que esta exposición propone un «paseo cronológico y panorámico» por las distintas experiencias vitales de este «intelectual sin fronteras», además de su lado «más íntimo», según el presidente de la fundación.

Entre algunas de las piezas, destaca Los poemas cotidianos, de 1925, una autoedición del autor del que tan solo se publicaron 150 ejemplares y que cuenta con la propia tipografía diseñada por Aub. En concreto, este ejemplar que se exhibe fue el que Aub dedicó a su madre.

Amigo de Josep Renau, Aub gustaba de los juegos y llegó a inventarse la figura de un artista imaginario: Jusep Torres Campanals, que hasta llegó a exponer en ciudades como Nueva York. A él, al artista imaginario hay también referencias en esta exposición, como obras dibujadas por el propio Aub y atribuidas al pintor que nunca existió. Quizás el «Jusep» -con «u»- debió dar alguna pista en aquellos años sobre la vinculación entre Aub y el tal Torres.

El espacio dedicado a la exposición está salpicado por frases del propio Aub que tan bien reflejan su pesar por la contienda fratricida o su exilio: «A España volveré. Hecho polvo, pero volveré», dijo. Y aunque murió en México, no menos elocuente es su epitafio: «Hice lo que pude».

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