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Sin desbordamientos

Obras de Beethoven, Bloch y Smetana | Sociedad filarmónica Palau de la Música

Trio Kubelik (Shizuka Ishikawa, violín; Karel Fiala, cello y Kvita Bilynska, piano)

Existe una pasión especial en la música centroeuropea, distinta y distante al arrebato mediterráneo y a la vehemencia gala. Los territorios de Bohemia, Moravia y Silesia dieron protagonistas de prestigio en tiempos pretéritos (Biber, Zelenka, o Dussek) o más cercanos Dvorak, Janacek, Suk, Martinu, o Smetana.

De éste último, el Trío Kubelik dio una preciosa versión del Trío en Sol menor 0p. 15, escrito después del fallecimiento de dos de sus hijas. La obra transpira toda la intensidad dramática que el compositor bohemio entreteje a base de pasajes contrapuntísticos, rítmicos, series cromáticas y melodías muy inspiradas? todo ello envuelto por una atmósfera de nostalgia y melancolía donde los 3 instrumentos ofrecen no pocos momentos de lucimiento. En el piano, a Smetana se le escucha deudor del virtuosismo de Chopin y Liszt, a más de incorporar una tarantella que, magistralmente, él modifica en una marcha fúnebre, para culminar con un finale a tutta forza.

El fino violín de Ishikawa tomó aquí mayor presencia y Fiala, con su cello de tres siglos, dominó con ímpetu sus intervenciones mientras que Bilynska lució como virtuosa y como artista, quien a pesar de tocar con el piano totalmente abierto, puso su mejor empeño en equilibrar los planos sonoros y seguir el fraseo de sus colegas.

Hay ocasiones en las que el primer contacto del artista sobre el escenario deja claro el clima y la postura del músico. Así sucedió con el Trio nº1 en Re mayor, de Beethoven, (conocido como «Geister/el fantasma»), expuesto con aplomo y elegante discurso de los 3 protagonistas, con un piano decidido y abundante de sonido sin desbordamientos, ante sus compañeros aunque, posiblemente, con la tapa a medio bajar, los 3 hubieran fundido más y mejor ante la implacable (por lo perfecta) acústica de la Sala Iturbi.

Muy apropiados los Tres nocturnos (1924), del suizo-estadounidense Ernest Bloch, influenciado tanto por Strauss como por Debussy, que fueron delicadamente expuestos por los Kubelik y nos dieron una plausible muestra de este quasi olvidado músico que bebía de las fuentes de su cultura judía. Agradecieron los aplausos de los socios de la SFV, con una versión cuajada de intimidad de la Elegia Op. 23 del checo Joseph Suk. Todo un regalo para el oído.

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