Un Valencia con buenas intenciones pero justo de fuerzas y gafado entre lesiones y sanciones acabó sucumbiendo ante la demoledora lógica atacante del Barcelona de Messi, el mejor futbolista del mundo. El conjunto de Unai Emery salió al Camp Nou a navegar a mar abierto y sometió al Barça en la primera mitad, fallándole la puntilla en el remate final. Agotado y contra un Barcelona con mucho más orgullo, acabó hincando la rodilla ante tres zarpazos de genialidad de Messi. Más allá del resultado, justo pero desmesurado, el envite arrastra un saldo desolador con la lesión de Albelda, la expulsión de Maduro y la sanción de Banega. Para el debate queda la conveniencia de la alineación de los jugadores que estaban tocados.

Finalmente no jugó Villa. Era una temeridad hacerle saltar al césped, por el riesgo de una recaída en el dolorido hombro y porque se le necesitará en plenas condiciones en la batalla de Bremen del próximo jueves. Emery manejó esa carta como una parte más de la guerra psicólogica en las horas previas al encuentro. Pero el Valencia sólo añoró al Guaje en la puntería, en una primera mitad prácticamente perfecta. El equipo de Emery no esperó al Barça atrás. Salió a presionarle arriba y a ahogar la línea de creación azulgrana. Ganando el duelo táctico en la medular, el dominio fue decantándose del lado visitante. La superioridad valencianista se hizo patente sobre todo por la banda derecha, en la que Miguel -sorprendente capitán por el aluvión de bajas y por la caballerosa negativa de Albelda a recuperar el brazalete que le desgarró Soler- y Pablo desbordaron una y otra vez a Maxwell, poco arropado por Bojan. En una de esas internadas, Miguel apuró la banda y lanzó un centro que Jordi Alba, la otra novedad destacada en el once, cabeceó fuera por muy poco. Alba, que tuvo un buen rendimiento como improvisado lateral izquierdo en la segunda mitad ante el Bremen, aprovechó su oportunidad. Estuvo participativo en ataque y controló en defensa la hiperactividad de Alves.

Silva, presente por todos lados, y Pablo rozaron el gol y el Camp Nou, preocupado porque el Barça no tenía ni opción de chut, empezó a animar a los suyos. El conjunto de Guardiola sólo se acercó con peligro por demérito del Valencia. Messi, colocado de inicio como delantero centro, robó la cartera a Dealbert y se plantó en solitario ante César, pero falló en la definición. En la segunda mitad ya no perdonaría. Un gol local habría sido una injusticia para cómo se había desarrollado un primer acto que acabó con la desafortunada recaída de Albelda. El jugador de la Pobla Llarga era uno de los futbolistas que llegaba entre algodones, junto a Bruno -que acabó con rampas-, al encuentro. Domínguez también llegó al descanso con molestias. Varios jugadores tuvieron que ser infiltrados en el descanso para aguantar el ritmo. A partir de ese momento empezó a escribirse otro partido.

Del posible empate a la expulsión

La segunda mitad fue otra historia. El Barça fue superior y el Valencia encadenó odo tipo de calamidades. Se derrumbó la resistencia física visitante y Guardiola, sancionado y desde la privilegiada visión en el palco, dónde se ven de maravilla los defectos tácticos, modificó la pizarra azulgrana. Dio entrada a Henry, lo que permitió retrasar a Messi, quien ya no tenía que esperar la recepción de la pelota y arrancó desde tres cuartos de cancha con mucho más peligro. El Barcelona se apoderó de la pelota y el Valencia sólo aguantó diez minutos las embestidas locales. El encuentro se rompió con una genialidad de Messi, que desde el vértice del área regateó a media defensa blanquinegra antes de fusilar a César. Un golazo muy parecido al que marcara Nasri con el Arsenal ante el Oporto la pasada semana en la Liga de Campeones.

El Valencia siguió conteniendo los ataques del Barça. El partido parecía condenado a un monólogo local. Emery colocó a Zigic para tener una referencia arriba y, en un furtivo contragolpe, el gigante serbio rompió el fuera de juego y se plantó en un "uno contra uno" ante Valdés, que resolvió con torpeza. En la jugada nacida después del rechace del meta barcelonista Maduro cazó a Messi y se ganó la segunda amarilla. Del posible empate se pasó a jugar con inferioridad numérica -son ya siete expulsiones en siete partidos-. El Barça, con un rival rendido, sentenció a placer, con dos tantos de Messi, que completó la tradición de hat-tricks con los que el Barça ha castigado al Valencia en los últimos tiempos -antes del rosarino ya lo hicieron Ronaldo, Rivaldo y Henry-.