J. M. Bort

Al Levante UD le van los retos. las grandes emociones. Es un rasgo perenne de su identidad. Sin jugar bien al fútbol, tras ser superado por su rival en condiciones de igualdad, aceleró los corazones de sus aficionados cuando peor pintaba el panorama. No consiguió puntuar en el flamante estadio Cornellà-El Prat, pero rozó la épica en los últimos minutos. Con un futbolista menos, tras la expulsión de Xisco Nadal, y con 2-0 en el marcador, sacó el orgullo , anotó un gol y estuvo muy cerca de empatar ante la angustia general de la afición del Espanyol, que lo pasó muy mal ante el ataque sin cuartel de su rival.

Seguramente, el Espanyol no esperó encontrarse con un inicio de partido tan cómodo, muy lejos de los habituales exigentes arranques de los partidos de Primera División. Se topó con un rival manejable, con poco ritmo y muy torpe en la salida de la pelota. Con esos defectos, el Levante UD se convierte en un conjunto vulgar y su planteamiento resulta demasiado previsible. No puede renunciar a la intensidad o está condenado al fracaso. A los cinco minutos, el Espanyol ya había enseñado los dientes, con sus dos puñales, Callejón y Verdú, provocando el pánico en sus entradas en diagonal entre Ballesteros y Nano, desbordados ante el ímpetu ofensivo rival. En medio del temporal, el Levante UD no fue capaz de mostrar alguna réplica seria. Un chut envenenado de Xavi Torres en el nacimiento del partido fue su única alegría en mucho tiempo.

Al público "periquito" le faltaba el gol para sentirse del todo satisfecha en un comienzo tan prometedor. Llegó en la enésima entrada en el área, una acción que destapó la inmensa distancia que hubo entre los centrales y el mediocampo del Levante UD, con las lineas demasiado abiertas. Verdú sirvió a Dátolo, que anotó tranquilamente desde, sin apenas oposición.

El gol, paradójicamente, le vino bien al Levante UD para aplicarse en los principales conceptos del fútbol. Algo más animado, el grupo de Luis García Plaza dio un paso hacia adelante mediado el primer tiempo, consciente de su desastrosa puesta en escena. Por momentos aparecieron los extremos, Sergio comenzó a pedir la pelota y la figura de Felipe Caicedo, fantasmagórica hasta entonces, emergió entre los defensas "periquitos". No es que hiciera mucho el ecuatoriano, pero fue un logro verlo recibir el balón y probar el disparo desde fuera del área. Fue la mejor ocasión "granota" antes del descanso, porque todo lo demás, o sea casi todo, fueron fuegos de artificio. Peligro, lo que se llama peligro, no creó el conjunto de Luis García Plaza.

Después de cuatro jornadas sin perder, la plaga de lesiones tenía que pasar factura algún día. Ocurrió ayer, al ver las alternativas que le quedaban al entrenador para el segundo tiempo. Así que debía mostrar su carácter más competitivo ante una situación casi extrema para encontrar el premio.

La bronca de Luis García debió ser gorda en el vestuario, porque sus futbolistas salieron con otro talante. A los pocos minutos, estuvo a punto de empatar. Juanlu entró como una bala al remate, en el área pequeña, a un centro de Xisco Nadal. Tan rápido se presentó ante la pelota, deslizándose por el césped, que el golpe resultó demasiado violento y el balón terminó en la grada.

El Levante UD tenía otra cara. Tomó la pelota en propiedad un rato la pelota y prometió algún acercamiento a la portería de Cristian Alvarez, aburrido como una ostra toda la tarde. Pero el intento de progresión se cortó, repentinamente, por un suceso inesperado. Xisco Nadal perdió la pelota, y después la cabeza, en una acción que no ofrece dudas en la aplicación del reglamento. Se fue tras Dátolo y le derribó por detrás sin el balón en juego.

La expulsión obligó a García Plaza a mover ficha. Dio entrada a Stuani por Caicedo y mandó a Valdo a la banda derecha. En superioridad, el Espanyol dio dos sustos seguidos a continuación. Pero un efecto pasajero. La buena noticia es que el Levante UD se levantó a tiempo y demostró sus intenciones de empatar. Con un futbolista menos sobre el campo, obligado por la situación, se puso a jugar al fútbol y a acercarse con peligro, ahora así, a la portería rival.

Juanlu, el más activo del equipo, estuvo a punto de marcar el gol de la jornada en una volea casi perfecta a pase de Valdo. Después, llegaron más ocasiones: Un disparo alto de Sergio y varios centros al área que estuvieron cerca de terminar en gol. La situación, eos sí, era perfecta para que el Espanyol practicara el contragolpe, fórmula a la que sacó provecho Callejón cuando más apuros pasaba su equipo.

El partido parecía cerrado cuando el Levante UD, con Pallardó en el campo, firmó una reacción dignísima en los últimos minutos. Stuani acortó distancias y después, Juanlu fue protagonista en tres ocasiones claras. No empató, pero el equipo azulgrana maquilló un comienzo de partido horrible. La parte positiva es que el Levante UD no bajó los brazos en un partido memorable de Juanlu, al que sólo le faltó el gol.