Ayer fue el día de Antonio Calpe. Antes de comenzar el partido copero en el Ciudad de Valencia recibió el merecido homenaje de su club de siempre, el Levante Unión Deportiva. Que ha tenido el gran acierto de homenajearlo con el Real Madrid de testigo, su otro equipo del alma en el que jugó seis temporadas y conquistó una Copa de Europa.

Del capítulo que le dedicamos en nuestras «Memorias de un granota», extraemos las siguientes líneas: «Antonio tenía y sigue teniendo sangre levantinista en sus venas. El día que nació jugaba el Levante en Gerona. Su padre, el legendario y bravo zaguero que estrenó el apellido con todos los honores en los años previos y posteriores a la guerra civil y en ella misma, le brindó la victoria que consiguieron ese día. La realidad de tener un heredero que pudiera continuar la saga debió hacer inmensamente feliz al primero de los Calpe. Una felicidad que años después completó con el disfrute de ver a su otro hijo, a Ernesto, defendiendo también de manera entusiasta y eficaz la querida camiseta levantinista.

Esto nos lleva a afirmar que decir Calpe es lo mismo que decir Levante. Pero si concretamos más y decimos Antonio Calpe hablamos de la mayor leyenda del levantinismo. Porque será muy difícil, prácticamente imposible, la repetición de un caso como el suyo. Ser hijo de un gran futbolista del Levante, hermano de un buen futbolista del Levante, jugar de maravilla en dos épocas distintas en el Levante y pasar una etapa intermedia de gloria en el Real Madrid, es algo que sólo está al alcance de un elegido. De alguien como nuestro amigo, el incomparable Antonio Calpe».

Además de sus virtudes deportivas Antonio es culto y amante del cine. Una persona con quien nos gusta hablar, cuando nos reunimos frecuentemente en Requena, de temas peliculeros y futboleros. De las películas de Godard o el remate de Puskas, de las comedias de Wilder o la genialidad de Garrincha, del humor de Berlanga o el fuelle de Pirri, de la elegancia de Visconti o la clase de Domínguez, del oeste de Ford o el regate de Caszely… Su opinión sobre estos u otros temas parecidos siempre es precisa y acertada. Al mismo nivel de la exquisita forma que tenía de expresarse en los campos de fútbol. Vale la pena ser amigo suyo, sí señor, vale la pena. Nosotros estamos orgullosos de serlo y con este preciado orgullo le damos nuestra más cordial enhorabuena por el homenaje.