La plantilla ya sabe que, hasta final de temporada, Djukic será el líder del proyecto; que no hay mayor satisfacción que el deber cumplido y que el trabajo de más de doscientos trabajadores del club, depende de ellos. Así se lo hizo saber al grupo Amadeo Salvo. El presidente, en el hotel de concentración y poco antes de que el equipo partiera hacia Mestalla, trató de hacer ver a los jugadores la realidad en la que se encuentran y lo que su trabajo significa para todos los seguidores del Valencia. Un mensaje que sorprendió a la plantilla ya que, hasta ahora, el presidente se había mantenido al margen de la parcela estrictamente deportiva. Empezamos juntos y acabaremos juntos, les vino a decir.

Salvo, a primera hora de la mañana, le comunicó a Djukic su intención de reunirse con la plantilla para compartir con ellos su inquietud y trasladarles su máxima confianza; el técnico, accedió al interés del presidente. Fue un monólogo de sólo dos minutos y en el que otro de los mensajes que el presidente lanzó al grupo es que, si ellos mostraba actitud y compromiso en todos y cada uno de los partidos, él ejercería de protector y actuaría de primer escudo ante cualquier crítica.

Unas críticas que, tras el partido contra el Betis, dolieron a los jugadores. Por la forma y el fondo. Porque, si los cánticos de desaprobación durante el encuentro disgustaron a los jugadores, más lo hizo el hecho de verse encerrados en las galerías de Mestalla sin poder salir a la calle porque un grupo de aficionados les increpaba. Una situación que puso en alerta a los jugadores.

Por unos u otros motivos, la actitud con la que afrontó el equipo el partido del Sevilla fue radicalmente distinta a la de los encuentros anteriores. Una transformación que ayudó a que la afición arropara al equipo y finalmente ganara el partido. El cántico de "¡Así, sí!" y los aplausos con los que la grada despidió al equipo reflejaba, más allá del juego desplegado, la satisfacción de Mestalla por la actitud y compromiso mostrado por los jugadores. Ayer, en la vuelta al trabajo, el sentimiento general de los futbolistas era el de satisfacción por el trabajo hecho y alegría por haberse reencontrado con la afición.