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Barro y caballeros

Con el magistral pulso cinematográfico de Eastwood, «Invictus» consigue mostrar la grandeza del rugby

Los jugadores de rugby, y eso lo sabe quien haya participado o tenga cerca a alguien que haya participado en una melé, insisten en que el suyo es un deporte de caballeros. Aquellos que no conocen el rugby no saben cómo puede ser un deporte de caballeros un juego tan aparentemente agresivo como ese. El cine, en su papel de agente cultural, ayudó en 2009 a poner en valor el rugby con Invictus, de Clint Eastwood.

En plena Copa del Mundo de Rugby, que se celebra hasta el 31 de octubre en Inglaterra, conviene recordar esta cinta, que obtuvo dos nominaciones a los Oscar y que cuenta con Matt Damon y Morgan Freeman en estado de gracia.

Damon es François Pienaar, el capitán de los Springboks, la selección sudafricana, que acepta la «misión» encomendada por Nelson Mandela (Freeman), que quiere unir a un país destrozado por el apartheid bajo la bandera de un deporte, el rugby, que hasta el momento únicamente interesaba a las élites blancas de Sudáfrica.

Con el magistral pulso cinematográfico de Eastwood y una sensibilidad que el antiguo duro de Hollywood había esbozado en Million Dollar Baby, de 2008, Invictus consigue mostrar al mundo la grandeza del rugby. Si les gustó el rugby, no se pierdan los partidos que todos los fines de semana llenan la Ciudad del Rugby o el cauce del Turia en Valencia. Grandes y pequeños disfrutan de un deporte en el que acaban magullados, llenos de barro y cansados, pero tremendamente satisfechos.

Algo así pasa al terminar Invictus. Dos historias tan potentes como la improbable victoria en el mundial de 1995 de los Sprignboks sobre los All Blacks, la todopoderosa selección neocelandesa, y el valor y la fuerza de Mandela forman un cóctel perfecto que agota y que, sin embargo, tiene sentido. Mientras, en Inglaterra siguen con la Copa del Mundo de 2015. Les quedan 26 días para entrar al deporte más elegante del mundo.

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