Cada martes por la noche Juan Carlos Haya y José Luis Recio, tras salir de la fábrica de muebles en la que trabajan, se calzan las botas. Igual que cientos de jóvenes, y no tan jóvenes, juegan en una liga de fútbol 7. Pero para ellos y sus compañeros es diferente. Son sordos.

Tanto uno como el otro también participan en la liga organizada por FESA (Federació d´Esports Adaptats de la Comunitat Valenciana), únicamente para sordos, pero esto no les era suficiente. «Buscamos rivales más fuertes, más competencia, un reto mayor», afirma Haya. Por eso, desde hace cuatro años no dudan en competir contra oyentes una vez por semana vistiendo la camiseta del Inter Valencia-Sords. Y lo hacen sin ningún tipo de complejo: «Antes de empezar siempre vamos a por todas, queremos ganar el partido», señala Juan Carlos, quien recuerda que son sordos, pero no sordomudos. «Sí que podemos hablar, aunque nos cueste mucho», quiere subrayar.

En general, todos los integrantes del Inter Valencia-Sords gozan de buena forma física y no existe desventaja alguna en este sentido. Su discapacidad auditiva sí les supone un obstáculo que, por otro lado, están dispuestos a saltar. «No oímos y, por lo tanto, para nosotros es más difícil comunicarnos. No podemos avisar a un compañero si van a quitarnos el balón ni alertarlo para que nos lo pase si estamos desmarcados», explican. «No somos malos, pero evidentemente hay un problema de comunicación», reconoce Pepe Pía, uno de los jugadores cuyo grado de sordera es más leve respecto al resto del equipo. No obstante, José Luis deja claro que tratan de hacerlo «lo mejor posible», aunque siempre «lo más importante es ser partícipe del juego». «Ganemos o perdamos, nos divertimos», asegura.

Ahora bien, que carezcan de oído no quiere decir que también se resientan otras facultades, al revés. «Por las buenas o por las malas, no poder oír nos sirve para trabajar más la observación, capacidad que tenemos más desarrollada», explica Juan Carlos. Y, eso sí, aunque no los oigan, saben cuando de la boca del rival se escapan insultos, según revela José Luis, pues recuerda que son buenos lectores de labios y que la actitud gestual denota las blasfemias.

¿Cómo pita el árbitro?

¿Y cómo reconocen las indicaciones del árbitro? Por mucho que quiera insistir el colegiado con su silbato, los jugadores del Inter Valencia-Sords no pueden atender a sus órdenes sonoras, evidentemente.

Para sortear esa dificultad se utiliza un método visual. El juez, cada vez que pita, levanta la mano con un peto de un color llamativo. Aún así, estos jugadores piden «comprensión» antes de empezar cada partido para evitar cualquier «malentendido» con sus contrincantes. Y que gane el mejor porque, eso sí, el Inter tiene como máxima el juego justo y limpio. De hecho, el equipo se ha llevado el premio a la deportividad en cada una de las temporadas en las que ha participado.

Pero las intenciones y la ambición del Inter Valencia-Sords para progresar en su proceso de integración no quedan ahí. «Nos gustaría poder jugar algún día con un juvenil del Levante o un femenino para tener nuevas experiencias», reclama José Luis. A su vez, todos ellos están convencidos de que sería muy positivo abrir una escuela de fútbol especializada en sordos que, según sostienen, alentaría a muchos niños con problemas auditivos a continuar practicando su pasión o a iniciarse en ella, rompiendo barreras y abriendo caminos sin tabúes. «Todos nuestros amigos y familiares nos animaron a seguir, pero hay falta de información para muchos sordos que también querrían jugar», señalan. «Tenemos una gran desventaja, pero ¿qué vamos a hacer? ¿Escondernos? Pues no», remata Pepe Pía.