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Reportaje

"La pilota está estancada"

Son los dos mejores jugadores del momento. Su sana rivalidad aspira a impulsar la pilota valenciana, necesitada de partidas épicas que multipliquen los espectadores en los trinquets

Soro III y Puchol II, en la calle Trinquet de Cavallers de Valencia. eduardo ripoll

Es mediodía y la Plaça de la Mare de Déu de Valencia rebosa actividad. Sin embargo, nadie se fija en Quico (Francesc Soro) y Javi (Xavier Puchol), que llegan puntuales a la cita con Levante-EMV. Nadie les saluda, les pide un autógrafo o un selfi. Nadie les reconoce porque nadie sabe que ellos, además de Quico y Javi, son Soro III y Puchol II. Los dos pelotaris que el pasado 1 de noviembre hicieron vibrar los cimientos del trinquet de Pelayo en un mano a mano memorable. Nadie se imagina que son el Messi y el Cristiano Ronaldo de la Escala i Corda, los cavallers de la nueva pilota. A ellos no les extraña. Han venido juntos, charlando, probablemente de la situación que atraviesa la pilota, el deporte que les ha visto crecer.

«Si la gente no conoce la pilota, ¿cómo van a conocer a los jugadores? Aunque también es cierto que allá donde vas siempre hay alguien que te reconoce, siempre. Tengo profesores en la carrera „Ciencias de la Actividad Física y el Deporte„ que no saben que soy profesional. Un profesor, explicando biomecánica de la pilota valenciana, y no me conocía. Pero me da vergüenza tener que salir a decir que soy jugador de pilota», relata Puchol, de Vinalesa y con apenas 24 años. «A mí, cuando me presentan a alguien y le explican que juego a pilota siempre me preguntan lo mismo: ´¿y en qué equipo juegas?´ Les tengo que decir que voy por libre», añade Soro, de Massamagrell y con 31 años.

No obstante, ambos son queridos en sus respectivos pueblos, donde han crecido en familias vinculadas al mundo de la pilota. «Desde pequeñito, siempre me han llevado al trinquet. Me apunté a la escuela de Massamagrell con trece años y lo combinaba con el fútbol (era extremo). Empecé a jugar a Galotxa en Vinalesa y luego en el trinquet de Alginet. De ahí pasé a jugar dos partidas a la semana...», rememora Soro. «Empecé por una cuestión familiar, mi padre fue jugador profesional. Hasta los 15 años también practicaba el fútbol, era delantero. Me acuerdo que jugaba medio partido de fútbol, me cambiaban en el descanso, y me iba a jugar a pilota con las zapatillas llenas de tierra. Después hicieron en Vinalesa el club de pilota y me apunté. Antes ya jugaba, en una pared que hay delante de casa de mi abuela. Allí he hecho muchas horas jugando solo», apunta Puchol.

La influencia familiar, como recalca Soro, ha tenido en ellos una parte positiva y otra negativa. «Mi apellido me hizo más fácil el acceso a los trinquets, eso es cierto, pero a la vez tenía más exigencia. Y ahí están siempre las comparaciones. Eso se hace duro cuando eres joven. En mi caso, soy la antítesis de mis tíos, no me parezco en nada, y para ellos ha sido difícil asimilar que el jugador que ha salido en la familia es diferente a lo que había», revela el actual campeón del Individual. «Mi padre no ha estado achuchándome. Ha sido más de controlar mis salidas, mis entrenamientos... Pero nunca ha sido de explicarme técnicamente cómo jugar. Y no me parezco a él, excepto en alguna pegada. Su gran característica era la izquierda y la mía es una izquierda defensiva», confiesa entre sonrisas Puchol.

El punto fuerte del de Vinalesa es otro, tal como afirma Soro. «Lo dije la primera vez que lo vi: el rebot. Puchol tiene mucha facilidad para colocarse y dar potencia a la pelota. Le sale natural y con elegancia, lo hace hasta bonito», señala. A la inversa, Puchol destaca la «efectividad» del de l´Horta. «Tiene mucha potencia, muchas pegadas de quinze y es muy constante. Te lleva siempre al límite», expresa.

La conversación es una muestra de que los dos jugadores, que durante años entrenaron juntos, se respetan. De hecho, están unidos en algo más importante que su rivalidad: el futuro de la pilota. «Está estancada y me preocupa la poca voluntad de cambio. Los jugadores estamos muy unidos y creemos que hay que cambiar cosas. Es cierto que hace falta dinero, que hay un problema económico, pero la solución no es sólo económica. La solución no es que vengan y nos tapen con billetes, la solución no es que venga Peter Lim a la pilota. Hace falta un cambio estructural», manifiesta Soro, ante el asentimiento de Puchol. «La pilota es un deporte donde la gente piensa que ya está todo hecho, que no se puede hacer nada nuevo. Pero es al revés, porque está todo por hacer. La pilota se ha quedado obsoleta y tiene que cambiar. Hace falta gente con un punto de vista diferente y otro tipo de formación», apunta Javi.

También coinciden los pelotaris en la herida abierta con la desaparición de la televisión pública valenciana. «Era un caramelo para que nos calláramos. Teníamos la partida el domingo, después de comer, cuando en Valencia están todos con la paella o la siesta. Pero es cierto que teníamos más repercusión de la que pensábamos. Ahora que no está te das cuenta de lo que teníamos. Aún así, no podemos conformarnos y hay que ser críticos. En la televisión pública, a la pilota nunca se le ha dado el enfoque que se merecía, desde mi punto de vista. Se hacían las partidas con poco gusto», resalta Soro.

Lo que no ha desaparecido de los trinquets, a diferencia de las cámaras, son las apuestas. Un elemento más del juego. «Soy partidario de que se reglamenten para evitar el tema de los parones para travesar. Por cosas como esta la pilota es un deporte enclaustrado en algo de hace cincuenta años», incide Puchol. En este caso, Soro difiere. «Todo lo antiestético que soy jugando, lo soy de romántico en el trinquet. Las apuestas son parte de la esencia de la pilota. El jugador, hasta hace diez años, vivía de las apuestas: cuantas más apuestas, más recaudaba el trinquet y más ganaba el jugador. Como decía el trinqueter Emilio Peris ´si se está jugando dinero, la partida se para´», dice el resto de Massamagrell.

Sobre la presencia y la influencia de los políticos valencianos en el deporte autóctono, Soro tampoco se muerde la lengua. «A los políticos les conviene la foto con el pelotari, y al pelotari también. Me gustaría que la atención fuera todo el año, no sólo en campaña, y creo que ahora esta cambiando esa perspectiva, noto más atención. Pero tampoco le puedo pedir a un político que salve la pilota. Que nos ayude sí, pero no que nos salve», concluye.

Quico y Javi, que aseguran que si volviesen a nacer repetirían como pelotaris, se marchan hablando de su próximo encuentro. Aunque ambos reconocen que tienen miedo a que les «quemen» „«siempre tenemos que estar jugando uno contra el otro, parecemos un matrimonio»„, saben que ha nacido un nuevo duelo de figuras (a la espera de la vuelta de Genovés II) que puede impulsar su estimado deporte. Son los cavallers de la nueva pilota.

Una generación de pelotaris universitarios

Soro y Puchol forman parte de la primera generación de jugadores con estudios universitarios, «rara avis» en los trinquets hasta hace muy poco. El de Massamagrell completó sus estudios en Ingeniería Técnica en Topografía en la Universidad Politécnica de Valencia. «Antes me quitaba una partida que cambiaba el examen. En la facultad solo he ido dos veces a un profesor a pedirle un favor por la pilota. Me fue más difícil de compaginar en Bachillerato, porque iba por las tardes. Dejé de jugar ese curso. Sólo jugaba a Galotxa el fin de semana. Es verdad que cuando iba a las partidas decían ´este estudia´. No era algo normal, pero se acepta bien», subraya Soro. «Ha cambiado el discurso», apuntilla Puchol, quien cursa tercero de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universitat de València. «Antes pocos pelotaris tenían una carrera, pero ahora los señores mayores te dicen ´estudia xiquet, estudia que açò...´. Se puede compaginar bien, aunque te quite tiempo. En mi clase me conocen todos los compañeros y se han enganchado a las partidas», asevera el de Vinalesa. p. v. valencia

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