Alejandro de Nápoles ha entrado con decisión a la pelota y ha soltado un derechazo irrestable, al «pou» de Pelayo. Tiene madera de pelotari: «Es un juego muy divertido, pero complicado», afirma. Percepción que se repite entre las once chicas y los siete chicos, estudiantes de la International House, escuela de idiomas de Valencia que ha querido incluir en sus actividades sociales la visita al Trinquet de Pelayo.
Ricard Santandreu, monitor que indica a los visitantes las reglas básicas, aplaude a Alejandro. Es profesional del «raspall» y ha querido dedicar la jornada a convivir con los estudiantes extranjeros. Responsable de la iniciativa es Andrea Serra, coordinadora de las actividades sociales del centro: «Queremos que los estudiantes de español descubran la realidad cultural y lingüística valenciana», afirma.
Antes de la partida estelar de cada jueves hay tiempo suficiente para divertirse con la pelota. Se enzarzan entusiasmados en la disputa de un «quinze» de «raspall». Stefan, suizo de habla alemana, resalta que le ha cautivado «la pasión con la que se vive este deporte. Nosotros tenemos algo semejante: el Faustball, pero se juega con el puño y con pelota gruesa, más parecido al voleibol», comenta
Kota es un japonés alto. Suelta una «volea» que cruza las murallas de Pelayo. Los compañeros le aplauden a rabiar entre risas. Sigue la disputa de un «quinze» en una partida de ocho contra nueve.
Sólo cuando ha acabado nos atiende: «Me gusta vuestra cultura. Me ha sorprendido encontrar este pabellón con esta forma arquitectónica».
La mayoría dominan varios idiomas. Es el caso de la suiza Michel: «Trabajo en un hotel y necesito saber español», dice.
Una compañera del mismo nombre y nacionalidad expone su impresión sobre los españoles: «Son muy abiertos y extrovertidos. Y me encanta la comida», dice, tras recibir las oportunas explicaciones de «Genovés», que interrumpe una tertulia con Rovellet y Puchol para comentar con tres estudiantes chinas qué es esto de la pilota valenciana.
Les muestra sus manos sarmentosas por la dureza de tantos años de golpeos a la dura pelota. Las chinas sueltan un «!Ohhh!» internacional viendo aquellas manos lo que permite que nuestra mítica figura comente a José Luis López que «esta china ja parla valencià...».
