Sábado, 28 de mayo de 2016, el foco deportivo mundial está centrado en un histórico derbi madrileño en Milán en el que se va a decidir el campeón de la Liga de Campeones de fútbol. No parece existir nada más. No obstante, ese mismo día otros dos equipos de la capital se juegan también la temporada. Ahí, en el Club de Campo, también sobre un manto de césped, y con el gol como gran objetivo, la valenciana Lola Riera está a punto de alcanzar la gloria al conseguir el penalti decisivo para conquistar la primera Liga para su club y recibir, como hiciera poco después Ronaldo, el abrazo de todo su equipo. Ella, además, tiene la osadía de lanzar el penalti a lo Panenka, es decir, colgando la pelota, aunque en su caso, además, esta pasa por encima de la portera rival. Toda una hazaña que, como confesaba ayer a Levante-EMV «ya estaba ensayada porque sabíamos que el partido contra el Club de Campo y en su casa, sería muy complicado y podía llegar a los shoot outs (los penaltis en hockey son en carrera y se puede conducir la pelota y hasta regatear al meta)».

Lola Riera es una de esas luchadoras incansables que da el mundo del deporte y que tantas veces pasan desapercibidas por los fastos de otras disciplinas. Destaca de sí misma su capacidad de «trabajo». Tal vez eso sea lo que la ha llevado a ser, a sus 25 años, una de las mejores jugadores de España, líder en su equipo y también máxima anotadora de la Liga. Mujer de pocas palabras, prefiere hablar en la pista y vaya si lo hace. No suele fallar en los momentos decisivos, aunque tenía una espina clavada que ayer se quitó: «fallé un shoot out ante Alemania en el partido decisivo en Valencia para clasificarnos para Río, pensé que los penaltis no eran lo mío, pero ahora me siento mucho mejor», indicaba. Afortunadamente, la renuncia de Sudáfrica les dio luego el pase a los Juegos Olímpicos donde Riera, como tantas otras, debutará: «Que nadie piense que vamos a ir a pasearnos. Vamos a luchar por llegar lo más lejos posible», asegura con ilusión.

La jugadora valenciana tuvo claro desde pequeña que lo suyo era estar pegada a un stick. Con 16 años, ni corta ni perezosa, decidió aceptar la llamada para irse al Centro de Alta Tecnificación de Madrid: «Pasé momentos duros al inicio», confiesa, pero ahora tiene claro que los esfuerzos merecieron la pena. «Lo volvería a hacer».

Como pasa en tantos otros deportes, sabe que los Juegos les ofrecerán la atención que otras veces no tienen: «Hay algunos deportes que solo existen cuando se logran grandes éxitos, sobre todo los femeninos. Las chicas de waterpolo, balonmano... solo se acuerdan de ellas cuando se logra algo. Si lo ofrecieran más por televisión, mucha gente se sorprendería y les gustarían más».

Riera, que este año ha sido también tercera en la Copa de la Reina, trofeo que ganaron en 2013, llega a Río con toda la moral y con el sueño de hacer algo grande.