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Los límites

Los límites

Comenzó la Euro de Francia. Y para arrancar hemos asistido a más hechos relevantes que tienen que ver con lo extra futbolístico, que a lo que ocurre sobre el terreno de juego.

Por el momento el golazo de Payet en el partido inaugural o el de Dier de falta ante Rusia quedan en un evidente y triste segundo plano ante los dos hechos que han ocupado el primer plano de la actualidad.

El primer estallido se produjo el viernes con la filtración de la declaración de una testigo protegida y que implicaba al portero de la selección española David De Gea en la causa que se está llevando a cabo contra un conocido empresario del porno español.

No sólo se filtró el supuesto documento oficial con la declaración de la testigo protegida que implicaba al portero de la selección, si no que también vieron la luz supuestos pantallazos del whatsapp de los móviles de los actores de esta historia. La primera causa-efecto mediática es la consecuencia deportiva que se pudiera derivar de este hecho ¿Afectará esta tormenta al ánimo de De Gea, y por tanto a la decisión que tome el seleccionador sobre la titularidad de la portería de la selección?

Hasta ahí, todo correcto. Pero para ilustrar la tormenta ¿Qué parte de toda esta truculenta historia debemos reproducir los periodistas deportivos? ¿Hasta dónde debemos contar y dónde debemos frenar? ¿Nos corresponde al periodismo deportivo publicar una supuesta declaración de una menor supuestamente agredida al ejercer la prostitución, y conversaciones privadas del teléfono? ¿Vale todo?

Miren, no lo tengo claro. No sé hasta dónde nos toca «hurgar» en lo privado que tiene incidencia en lo público. Es un límite para mi muy difuso, me reconozco con más dudas que certezas.

Ocurre lo mismo con las hordas de vándalos que han sembrado el terror en Marsella este fín de semana. Han causado heridos, montado batallas campales, puesto en peligro a la ciudadanía normal y han dejado en una broma las «excepcionales medidas» de seguridad anunciadas a bombo y platillo tanto por UEFA como por el gobierno francés. Eso está ocurriendo en la Eurocopa, incontestable. Pero ¿Eso es deporte? ¿Nos toca hablar de esto a quiénes deberíamos estar hablando del dominio estéril de Inglaterra o de la fortuna final en el empate de Rusia? ¿Es darle publicidad a los cabestros que se camuflan en el fútbol para hacer lo único que saben?

Lo único que espero es que comiencen las razones deportivas a ganar protagonismo y a marcar un flujo informativo que se enmarque dentro de los límites de lo que nos toca. No es que tengamos que girar la cara ante la actualidad.

Pero créanme que uno se encuentra más cómodo entre sistemas, alineaciones, goles y jugadas que ante testigos protegidos, casos de prostitución y vándalos camuflados en una cita deportiva como esta.

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