A Kike Trull (l´Eliana, 45 años) le gusta el frío. Es uno de los requisitos para participar en la Yukon Arctic Ultra Race, una carrera de montaña de larga distancia (700 kilómetros) en la frontera entre Canadá y Alaska, en el Ártico, con temperaturas de -45º durante la noche. El otro requisito es, simplemente, querer hacerlo.
Trull fue uno de los 40 valientes que el pasado 5 de febrero tomó la salida con su trineo, en el que guardaba todo lo necesario para superar 13 días de competición. Ahora descansa en casa tras ser eliminado en la primera semana. Fue evacuado por la organización debido a sus congelaciones en los dedos de las manos, de las que ahora se recupera.
«He tenido mala suerte con el material. Un voluntario me puso agua hirviendo en la camelback y reventó, no podía hidratarme bien. Se rompió el hornillo para cocinar, el arnés... Hice una mala elección de las manoplas. Pero no me podía parar nada. Sólo pensaba en seguir, hasta que me vieron las manos y me eliminaron», explica Trull, que ya el año pasado participó en una versión reducida de la prueba. «Para hacer la carrera tienes que tener un punto de vacío y olvidarte del dolor. Te quedan cinco horas de andar por la nieve y te duelen los pies, piensas en la familia, te animas, te convences de que estás bien y sigues», señala. «Las imágenes que se te quedan en la retina son indescriptibles y sabes que a cientos de kilómetros no hay nada. Estás sólo ante la naturaleza», destaca Trull, que ha invertido unos 8.000 euros en el viaje „patrocinado por empresas de la zona„ y ha dedicado 30 horas semanales a entrenar. No descarta volver. Su sueño es ser el primer valenciano en acometer la travesía del Polo Sur.
