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Los nombres

U n árbitro es un mal necesario y cuarenta millones de árbitros son un coñazo irremediable.

Esa gente que dice 'si Isco se llamara Isquinho, Iskinson, Isquichenko o Isquichov?' y deja ahí la condicional en suspense, como queriendo que remates a puerta vacía el pase de la muerte, en plan 'si Isco se llamara Isquinho, Iskinson, Isquichenko o Isquichov sería Balón de Oro', esa gente, por qué, decidme, por qué tiene que existir esa gente.

Mira, si Isco se llamara Isquinho, Iskinson, Isquichenko o Isquichov? tendría un nombre bastante ridículo, la verdad.

Cuidado con los nombres. Cuentan que David Vidal, el entrenador chusquero y bigotón aquel, obligó a un tal Moisés García a hacerse llamar Arteaga, porque consideraba que con su nombre original jamás sería futbolista profesional. El caso es que poco después hubo otro Moisés García que fue futbolista profesional sin deshonrar a su propia familia, por lo que la teoría de Vidal se fue a la mierda dejándonos sin más explicación que la de siempre. Hay un Moisés García que se cambia el nombre para triunfar y otro que no se lo cambia y triunfa igual por la misma razón por la que Ramsey ya no mete goles y siguen muriendo famosos, o el brasileño se llama Marcelo y el español Marcelino, o en Río jugaban a waterpolo en una piscina de agua verde y a hockey sobre hierba en una moqueta azul. Pasa todo eso porque tiene que pasar y porque, amigos, no esperéis encontrar poesía en una revista de poesía, porque la vida no es tan fácil y sobre todo, repetid conmigo y a la vez:

porque el mundo es un lugar complejo.

Cuidado con los nombres, porque además no es tanto cómo te quieras llamar sino cómo te llamen los demás. Cuando yo era chaval, el Castellón fichó un delantero llamado Julián Sanz, cuyo nombre artístico era Julián, pero nosotros lo llamábamos violinista. Alguien podría pensar ahora y estaría en su total derecho de hacerlo, que violinista es un apodo de los mejores que te puedan caer desde una grada, pero ese alguien estaría equivocado porque no sabría que nosotros éramos un poco cabrones, y si a Julián lo llamábamos violinista no era por lo virtuoso de su juego, sino por correr con el cuello torcido.

Cuando Joaquín Reyes estaba gordo y hacía monólogos en Paramount repetía una parida graciosa. 'Si te llamas Wolfgang Amadeus Mozart', decía Joaquín, 'qué vas a hacer, ¿FP?'. Pues con el fútbol pasa igual. Si te llamas Edson Arantes do Nascimento, Pelé, qué vas a hacer, ¿jugar en el Jove Español de Sant Vicent del Raspeig? Pues no, si te llamas Mozart a componer sinfonías y si te llamas Pelé a ganar Mundiales, y ojo, que yo en Tercera he visto a jugadores llamados Goku o Chucky, y tan normal, y en el campo del Jove Español de Sant Vicent del Raspeig vi jugar incluso a un tío que se llamaba Michael Jordan, pero Michael Jordan de verdad, de DNI y nacimiento, algo que bien pensado desmonta la teoría de Reyes como la de Vidal, y nos recuerda de golpe y a todos juntos y a la vez, que el mundo es un lugar complejo, y yo qué sé.

En Argentina se ve que jugaban un montón de futbolistas llamados Díaz, y a uno que era especialmente malo le colgaron Lunes de apodo. Lunes, claro y como hoy, porque era el peor de todos los díaz.

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