Cuando el calendario estaba en manos de cada uno de los trinqueters y de cada uno de los jugadores con licencia de profesional, el Trinquet Tio Pena de Massamagrell era uno de los más solicitados por los jugadores. El Xatet de Carlet, otra de las leyendas que merecería ocupar lugar de honor allá donde se exhiban fotos y recuerdos, firmó un compromiso, suponemos que verbal, -la pilota es un «joc de cavallers»- por el que cobraría un mínimo de quince mil pesetas por partida jugada y un mínimo de 20 partidas al año. Otra cosa eran las propinas, que en Massamagrell superaban generalmente, y con mucho, los ingresos fijos por partida. Eran los años ochenta unos años de oro de la pilota valenciana.

Otra de las anécdotas que solía contar Paco Genovés es que un día fue invitado a jugar en un pueblo de la montaña alicantina. El pelotari, que tenía la agenda repleta y que elegía sus compromisos, pidió la friolera de 300.000 pesetas convencido de que sería la mejor manera de quitarse de encima aquella insistente petición. Recibió al instante una respuesta positiva: « fet». Y tuvo que ir, para gozo de los pueblos de la sierra de Aitana que se agolparon en la calle. En aquel tipo de partidas Genovés simplemente se exhibía pero su sola presencia cautivaba a los aficionados y aficionadas.

La primera vez que Rovellet jugó en la calle de Godelleta, contra el Roig de Carlet, por influencia del entonces presidente de la Federación, José Marín, cobraría lo que buenamente le pudieran pagar, que Tonin siempre fue muy generoso pero en los años cincuenta, cuando en Godelleta no había ni un autómovil, cuentan los que lo recuerdan, «no cabían los coches en el pueblo€». Imaginénse ustedes la capacidad de convocatoria, sin prensa, radio ni televisión€

Todo ha cambiado, en una cosas para bien, y en otras, no tan bien. Los jugadores son hoy mucho más profesionales pero no disponen de su agenda, que está dirigida, se supone que con buen criterio por la empresa, única, organizadora de competiciones y cartelería en general. Y así resulta más complicadas esas posibilidades creativas.

Esta tarde, en Massamagrell, tenemos un adelanto de la final del domingo en Sueca. Juegan Soro III y Raúl contra Pere Roc y Félix. Uno piensa que si el de Massamagrell gana este envite, acompañado de un Raúl que poco a poco recupera su forma, las apuestas para la final del domingo se volcarán a su favor. Y si pierde, su crédito no sufrirá en exceso. Soro III no quiere descansar hasta el domingo. «Quiero notar sensaciones competitivas», nos decía ayer. Buen cartel el de Massamagrell, que, como en los tiempos de Ruiz o del Xatet, de Eusebio o Genovés, anuncia la mejor partida de la semana. Que nos recuerda sus gloriosos tiempos. Veremos si la afición acompaña ante este sabroso aperitivo de la final.