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Entrevista

Almudena Muñoz: "Debemos recuperar el valor del esfuerzo en esta sociedad derrotista"

La exjudoca valenciana fue una de las sensaciones de los Juegos de Barcelona tras superar una grave lesión

P ¿Qué recuerda de aquel día de la competición?

R Fuimos a pesarnos y después, por la tensión y la responsabilidad, me encontré un poco mareada. Volvimos a la Villa, comí y descansé un poco antes de empezar a competir.

P ¿Recuerda cuánto pesaba?

R Pues ahora exactamente no (pesó 51,7), pero sabía que llegaba con muy buen peso. Al principio de temporada, que es cuando haces más volumen, estaba 2 o 3 kilos por encima, que luego se bajan porque vas definiendo con el entrenamiento.

P ¿Qué cenó la noche anterior?

R Un par de kiwis. Todos los días cenaba poco, aunque las que menos comían eran las gimnastas.

P Estuvo compitiendo desde las 4 de la tarde hasta las 10 de la noche. ¿Cuál fue el combate más duro?

R Sin duda, el de la británica Rendle, que era la campeona olímpica y la rival a batir. Fue el tercero. Nunca le había ganado. Era muy difícil marcarle, derribarla ni te digo, porque era muy habilidosa. Pero llegué con muy buenas sensaciones, confiada en poder ganarle. Ella era zurda, alta y la había estudiado bien. Hubo un momento en el que la miré y le vi los labios morados. Ahí dije: «Esta es la mía».

P Se metió en la semifinal y luego la final, ambas ante judocas asiáticas.

R Sí, ni a la china ni a la japonesa las conocía. Las asiáticas tienen tanto nivel y son tantas, que hasta el último momento no saben a quién van a llevar a los Juegos. En el primero llevé la iniciativa. En la final, la japonesa era la que había ganado a todas en el lado bueno del cuadro, casi siempre inmovilizando a sus rivales. Lo intentó conmigo varias veces, pero menos mal que yo tenía mucho nivel en el «judo-suelo» y arriba me encontré muy segura. Me veía dominando, incluso pude arriesgar más, pero preferí asegurar. Se me hizo un pelín largo, eso sí.

P ¿Qué recuerda del momento posterior a la victoria?

R Pues que con toda la adrenalina, no estaba cansada. Tú estás ahí abajo y de repente miras hacia arriba, ves a la gente, las luces y los reyes de España, que no sabía ni que estaban. Imagínate la sorpresa. Era como un sueño, muy emocionante. Recuerdo que me cogieron y me llevaron hacia el podio, yo con una botella y la chaqueta en la mano.

P La gente, los reyes, el himno, la recompensa a tanto esfuerzo. ¿Hay manera de explicar lo que uno siente?

R Mucha emoción. No lloré, porque ya había pasado muchos momentos de lágrimas.

P Continúe.

R En el 89, siendo ya campeona de España, me rompí los ligamentos entrenando. Mi iba al Mundial de Yugoslavia. Mientras mis compañeras competían, yo estaba en el quirófano. Pasé 6 meses con muletas y luego una rehabilitación muy dura. Soy muy positiva y me recuperé perfectamente.

P Más allá de su medalla de oro, ¿qué le «dieron» los Juegos de Barcelona?

R El cariño de la gente. Eso no lo he vivido en otro sitio, ni en otros Juegos. La gente de Barcelona te hacía sentir como si estuvieras en tu casa, como si fueses su hermana, su hija. La gente por la calle te saludaba llorando, dándote cariño. Era una sensación colectiva de que estábamos todos compitiendo por el país como si fuésemos hermanos. Todos éramos una familia.

P Su esfuerzo valió la pena.

R Por supuesto, pero ha cambiado todo tanto. Ahora no se valora tanto el esfuerzo de conseguir un objetivo. Todo lo que sea ganar, terminar una carrera, conseguir lo que quieres, tiene un mérito impresionante. Mucha gente ya no cree en sí misma. Cuando veo a esta sociedad tan derrotista, que no pelea, me da tanta rabia. Yo sufrí, pero miro hacia atrás y sólo recuerdo lo bueno. La vida es un salto de obstáculos y quién no lo entienda así, lo pasará mal. Deben saberlo nuestros hijos.

P Pasada la gloria, algunos deportistas olímpicos se sienten olvidados.

R No es mi caso. Yo nunca busqué el reconocimiento popular, ni el aplauso. Doy el mismo mérito a un deportista amateur que a uno profesional. Lo que importa es llegar dónde quieres. Y estudiar, para tener un futuro asegurado. La vida es abrirse caminos. La crisis está pasando y ahora tenemos que ponernos las pilas todos. Malas épocas siempre ha habido y ahora es el momento de resurgir.

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